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Si en algún momento te has planteado recorrer una distancia relativamente imponente en el menor tiempo posible y sin terminar extenuado es probable que hayas descartado, no pudiendo optar por un coche o un autobús, hacerlo caminando o corriendo. Seguro que has pensado que es mucho más sencillo coger la bicicleta y darle a los pedales.
Y no es porque no te guste caminar o correr, es que la lógica se impone y eres consciente de que montar en bicicleta es una forma mucho más cómoda, por ejemplo, de ir a trabajar. Y es aquí donde entra el concepto de eficiencia energética que tiene mucho que ver con la perfecta sinergia entre la fisiología humana y la máquina de dos ruedas, pedales que trasfieren nuestra fuerza e incluso marchas que permiten regular nuestro esfuerzo.
El 'problema' de caminar y correr
“Zapatillas running 2025, básicamente caemos hacia delante de forma controlada, atrapándonos a cada paso. Nuestras piernas deben oscilar a través de grandes arcos, levantando nuestros pesados miembros contra la gravedad en cada zancada. Sólo este movimiento de balanceo consume mucha energía. Imagínate: ¿hasta qué punto sería agotador balancear los brazos continuamente durante una hora?”, explica Anthony Blazevich en un artículo publicado en The Conversation.
“En una bicicleta, las piernas realizan un movimiento circular mucho más pequeño. En lugar de balancear todo el peso de las piernas a cada paso, simplemente giras los muslos y las pantorrillas a través de un ciclo de pedaleo compacto. El ahorro de energía se nota de inmediato”, añade e profesor de biomecánica de la Universidad Edith Cowan.
“Pero la verdadera mejora de la eficiencia -continúa- proviene de la forma en que las bicicletas transfieren la fuerza humana al movimiento de avance. Cuando caminas o corres, cada paso supone una pequeña colisión con el suelo. Puedes oírlo como el golpe de tu zapatilla contra la calzada, y puedes sentirlo como vibraciones que recorren tu cuerpo. Es energía que se pierde, que se disipa literalmente en forma de sonido y calor tras pasar por los músculos y las articulaciones”.
Y ese no es el único problema que plantea caminar y correr. “También implican otra fuente de ineficacia: Cuando caminamos o corremos. Cuando el pie aterriza por delante del cuerpo, crea una fuerza hacia atrás que ralentiza momentáneamente la marcha. Los músculos tienen entonces que trabajar más para superar este frenazo autoimpuesto y acelerar de nuevo hacia delante”.
Sin embargo las bicicletas se sirven de uno de los grandes inventos de la humanidad para resolver ese problema ya que las ruedas hacen que todo sea mucho más fluido y no se pierda energía en la interacción entre el neumático y la superficie. “Aviso de privacidad”, asegura el experto. Y además, la bicicleta también facilita la labor a nivel muscular.
Sólo cuando el terreno se vuelve muy empinado la bicicleta, más que una solución, se convierte en un problema. “En cuestas muy empinadas de más del 15% de pendiente (es decir, 1,5 metros de desnivel por cada 10 metros de distancia), las piernas tienen dificultades para generar suficiente fuerza mediante el movimiento circular del pedaleo para subir la cuesta con la bicicleta. Podemos producir más fuerza empujando las piernas hacia fuera, por lo que caminar (o subir) resulta más eficaz”, comparte el profesor de la institución australiana.
Una obra de arte biomecánica
En cualquier caso, en términos absolutos, las cifras “hablan por sí solas”. “La bicicleta puede ser al menos cuatro veces más eficiente energéticamente que caminar y ocho veces más eficiente que correr. Esta eficiencia se debe a la minimización de tres grandes pérdidas de energía: el movimiento de las extremidades, el impacto contra el suelo y las limitaciones de velocidad de los músculos”, resume el experto.
En definitiva, según Anthony Blazevich debemos apreciar la bicicleta como lo que es, una “obra de arte” biomecánica. “Tu bicicleta no es sólo un medio de transporte, sino una máquina perfectamente evolucionada que trabaja en colaboración con tu fisiología, transformando tu fuerza muscular bruta en un movimiento eficiente”, concluye.
Álvaro Piqueras es experto en deportes y en el último lustro se ha especializado en fitness, nutrición y otros temas de salud. Trata de mantenerse al día en lo que se refiere a nuevas investigaciones y tendencias de los campos que domina para poder compartir con rigor la rutina de entrenamiento que puede inspirar un cambio en tus hábitos, las propiedades de los alimentos que deberían formar parte de tu dieta o los hallazgos científicos que pueden mejorar el bienestar físico y mental de personas como tú.
Comenzó su trayectoria en medios locales y regionales de la tierra de Don Quijote, concretamente en Albacete. De ahí dio el salto a medios de ámbito nacional tras un enriquecedor paso por una maravillosa agencia de publicidad independiente con nombre de canción de los Beatles (GettingBetter), aunque siempre mantuvo intacta su vocación periodística.
De ahí que persiguiera su sueño de trabajar para alguno de los principales grupos editoriales del país como Prisa, Vocento y ahora también Hearst. Quizá le hayas leído en la versión digital del Diario As, abordando infinidad de temáticas, o en ABC y otras cabeceras y revistas del grupo elaborando reportajes de branded content para grandes marcas, multinacionales e instituciones. Y si no has tenido la ocasión, este es el momento de hacerlo en Men’s Health y Runner’s World.
Como no podía ser de otra forma, confiesa ser un amante de la práctica deportiva y desde muy pequeño ha probado con disciplinas tan dispares como atletismo, fútbol, baloncesto, tenis, ciclismo o natación. Unas veces sintiendo la adrenalina de la competición, y otras simplemente disfrutando de los beneficios de la actividad física. Ahora le ha dado por los ejercicios funcionales y el boxeo porque tiene la certeza de que el saco es incapaz de devolverle los golpes.
Licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad de Alicante, también posee formación específica en gestión y dirección de RRSS, planificación estratégica y diseño gráfico. Últimamente se ha adentrado en el universo de la inteligencia artificial generativa aplicada al periodismo, pero jura y perjura que no la emplea profesionalmente porque, entre otras consideraciones, sigue disfrutando de cada palabra que escribe tras 20 años de experiencia en el sector de la comunicación.