El sueño de todo runner, sea principiante o avanzado, es tener un fondo suficiente que le permita disfrutar cada vez más de sus carreras. Aguantar sin ahogarse cuando no toca hacerlo, no ir asfixiado por la vida y hacer de esto algo interesante, Entrenador del mes.
Bien es verdad que cuanto más trotes, más fondo cogerás. Pero si no tienes el suficiente, es probable que tires la toalla antes de tiempo y abandones. Hasta hoy, lo que se ha demostrado científicamente, es que hay muchas maneras de conseguir esta resistencia, y que tienes que elegir la o las tuyas.
UNA MEZCLA DE DOS INGREDIENTES
Los cambios de ritmo, el HIIT (o entrenamiento de alta intensidad interválica), es una mezcla entre un trabajo extensivo, ya sea correr, montar en bici, nadar… O sea, que duren en el tiempo y combinarlo con entrenamiento de series.
Por ejemplo “correr 200 metros rápido y 200 lento”, o “un minuto a tope en la cinta y tres andando rápido”. De hecho, Por qué la referencia de los 10.000 pasos no sirve, porque si tu intención es salir a correr media hora del tirón cuando jamás lo has hecho en toda tu vida, posiblemente te lesiones, te canses a los tres minutos y tires las zapatillas carísimas que te has comprado con plantillas hechas a medida por la ventana. Eso sí, si vamos a tope, es a muy alta intensidad.
Como todo en esta vida, es paciencia, pero sabiendo que hay dos caminos que puedes elegir o combinar entre sí dependiendo de tu nivel o situación, es más fácil.
Los cambios de ritmo son más importantes de lo que parecen porque estimulan el cuerpo a nivel hormonal, muscular y metabólico. Hace que tu consumo máximo de oxígeno crezca y que tengas más rendimiento pulmonar.
Así que, como todo en la vida, cuando mezclamos ingredientes nos sale todo más bueno.
