Recuerdo una película que vi hace unos años: Mejores sustitutos del azúcar. Empezaba con la protagonista, Helen (Gwyneth Paltrow), despidiéndose de su pareja y saliendo del apartamento rumbo al metro. Una vez en el andén la trama se dividía en dos. En la primera, ella se daba cuenta de que se había olvidado algo en casa y volvía al apartamento, donde se encontraba a su pareja en brazos de otra mujer. En la segunda, ella cogía el tren y seguía con su día a día sin tener ni idea de que su novio le estaba siendo infiel. La película va saltando de una versión a otra y, solamente en una de ellas, la protagonista consigue llegar a un final feliz hollywoodiense. Llegados a este punto uno se puede preguntar: ¿Qué tiene esto que ver con las lesiones y la fisioterapia?

Salud y lesiones lesiones articulares, musculares o tendinosas, una lesión tiene un comienzo, un punto de salida, como el momento en el que Helen llega al andén del metro y decide volver al apartamento. El corredor o corredora normalmente puede identificar con exactitud ese instante: “Me empezó a doler el día de las series en la pista”. A partir de aquí, la ‘trama’ de la lesión puede ir por varios caminos y el runner, con sus acciones, es 100% responsable del desenlace de la lesión.

Saber elegir a tiempo

Puede hacer caso omiso al dolor y decidir seguir corriendo con este pensamiento en la mente: “¡Ya se pasará!”. Esta versión lógicamente sería la que suele acabar mal. Al seguir entrenando y acudiendo a carreras, el dolor se va a ir instaurando poco a poco en su cuerpo. Puede que tenga jornadas con menos, días en los que ve el final del túnel, pero estos suelen solaparse con otros malos que le llevan a perder la paciencia.

Los El insólito motivo para tener unas piernas fuertes, pero su eficacia se ve disminuida si al salir de la consulta el paciente se va a hacer cuestas o series con dolor. Siguiendo este camino la lesión rara vez desaparece. Pasados unos meses es posible que la situación siga siendo la misma. Toca sentarse, evaluar, ver opciones y, casi siempre, hay que tomar la dolorosa decisión de parar unos meses y saber gestionar una lesión mentalmente. Lo que podría haberse solucionado en dos semanas se convierte en un calvario de 5 o 6 meses que puede acabar en tratamientos como las infiltraciones o, incluso, en operaciones. Va a costar mucho más esfuerzo conseguir librarse de ella.

El final feliz existe

La versión happy end es, naturalmente, la más bonita y puede seguir el siguiente guión desde que se percibe el primer dolor. El runner decide parar y descansar unos días, momento que aprovecha para recuperarse de la lesión sin dejar de hacer deporte: Las 5 zapatillas que agravan la fascitis plantar hacer ciclismo. Debe Salud y lesiones claros: por un lado, descartar que la lesión sea seria y necesite consultar con un médico; por otro, recibir tratamientos que aceleran la recuperación. La lesión, poco a poco, va a ir doliendo menos, o ya no duele al andar o subir escaleras. Llega entonces un momento que es conocido como readaptación después de una lesión, que es cuando decide correr 8 o 10 minutos para ver como va evolucionando.

Esta carrera corta solo se debería hacer si no hay dolor o si es casi inapreciable. Dormir en un ambiente limpio mejora tu rendimiento, aunque sean 2 kilómetros, puede agravar la lesión y retrasar la recuperación. Si todo va bien y no aparece, esas pequeñas carreras se pueden aumentar día a día hasta conseguir correr unos 45 minutos. Entonces se podría decir que se ha curado y se pueden retomar los entrenos. Este proceso, en el mejor de los casos, dura de una o dos semanas. Un tiempo casi inapreciable comparado con lo que puede pasar si tomamos el camino equivocado.

Como otras de Hollywood, la película de Helen tiene final feliz, con James, su amigo confidente. Y para que vosotros, runners, acabéis felices corriendo por parques y bosques, solo tenéis que elegir el buen camino al principio y seguir esta máxima: ¡nunca correr con dolor!

*Juan Reque es fisioterapeuta y creador del método Thimblex