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Sales a correr y de pronto sientes la punzada de un dolor localizado. A menudo creemos que es una simple contractura, un encogimiento del muslo, que tratamos con un poco de hielo y reposo. Pero puede ser algo más serio, una rotura fibrilar que requiere inmovilizar la zona e ir al fisio, que recomendará reposo y masajes. En el momento lo que notas es una especie de quemazón que, dependiendo de la gravedad de la lesión, te permitirá seguir corriendo. Si eres un poco cauto, a la menor molestia tomarás medidas, pero si eres, como yo, del tipo brutote, corres el peligro de arrastrar una rotura fibrilar leve durante largo tiempo y empeorar la situación por tomártelo como una tontada pasajera. En caso de duda, peca de cauto.
¿Cuándo hay contractura y cuándo rotura fibrilar?
La fibra muscular tiende a encogerse tanto en una contractura como en una rotura, por eso hace difícil saber en un principio qué tipo de lesión sufrimos. Ambas lesiones producen un dolor fuerte cuando se originan, por eso es difícil diferenciarlas cuando eres tú el que la sufre y no tienes más medios que tus sensaciones.
Siempre, lo primero es aplicar hielo para bajar la inflamación produce inflamación y rigidez en el músculo, pero no se llega a producir rotura en el músculo. Las contracturas suelen ser una consecuencia directa de pasarse entrenando, ya sea en volumen e intensidad.
La rotura fibrilar es una lesión más severa y se produce un corte en las fibras musculares que, dependiendo del tamaño, puede provocar mayor o menor daño.
La rotura fibrilar es fruto de movimientos muy fuertes y bruscos o por el constante esfuerzo muscular, suele tener un desarrollo de entre veinte y treinta días (según el grado de la rotura) y si es severa llega a provocar tal dolor que puede causar la inmovilidad total de la zona afectada.
Cómo identificarlas
Siempre, lo primero es aplicar hielo para bajar la inflamación se puede identificar de forma visual porque el músculo se encoge y parece una bola.
Si has sufrido una rotura fibrilar, la manera más rápida (y fácil) de detectarla es haciendo una ecotomografía (una prueba de ultrasonidos) a los tres días de producirse. Antes no es aconsejable porque la inflamación puede dificultar su detección. O sea, que si al cabo de tres días el dolor persiste, ve al médico.
Si la rotura es de grado III (severa) se llama también desgarro muscular: es la ruptura completa de un músculo. Esta ya es una lesión grave que necesita una valoración quirúrgica. En estos casos no hay duda, no es contractura y lo sabes desde el minuto 1. El dolor no te deja moverte.
Cómo tratar una contractura
Siempre, lo primero es aplicar hielo para bajar la inflamación.
Si se trata de una contractura leve, es recomendable realizar entrenamientos muy suaves para aumentar la circulación de la sangre, que el músculo se active y que el hematoma remita. También recomiendo un buen masaje de fisio para relajar el músculo lesionado.
Si la inflamación es severa hay que dejar unos días de reposo hasta que el fisio pueda trabajar y relajar la zona afectada. Se pueden hacer baños de contraste (frío/calor) y trabajo de propiocepción, utilizar hielo (al principio, para reducir la inflamación) y cremas antiinflamatorias, también antiinflamatorios orales… todos ellos son remedios muy útiles para minimizar el dolor y acelerar la recuperación.
Si la contractura deriva en una rotura fibrilar, deberías descansar de forma absoluta, sin correr nada.
Cómo tratar una rotura fibrilar
Como en la contractura, lo primero es aplicar hielo para reducir la hinchazón.
Si la rotura es leve, después de los tres días, el fisioterapeuta iniciará el protocolo de actividad aérobica que comprende un periodo de tiempo de marcha, contracciones isométricas y estiramiento activos, siempre por debajo del umbral de dolor, que es lo que nos marcaría que no estamos agravando la lesión. Para ello podemos valernos de nuevo de métodos como el vendaje neuromuscular o vendaje funcional cerrado circular o electroestimulación.
Cómo evitar contracturas y roturas fibrilares
Mejores sustitutos del azúcar calentamiento dinámico antes de salir a correr y estira después de cada tirada. Haz estos ejercicios después de un duro día de entrenamiento. Si puedes, combina yoga con running, el yoga es el mejor aliado del runner para prevenir lesiones y malas posturas. Y por último, asegúrate de estar bien hidratado, es fundamental para mantener nuestros músculos en perfecto estado. La mayor parte de nuestro organismo está formado por agua que nos ayuda a la regulación de la temperatura corporal, a la eliminación de toxinas mediante el sudor y a evitar los famosos calambres, provocados casi siempre por la la pérdida de líquido y minerales del cuerpo.

Rosa Martí es experta en libros, novedades literarias, fitness, yoga y nutrición. Lleva más de 10 años vinculada a diferentes cabeceras de Hearst, donde escribe sobre literatura en Esquire y sobre ejercicios y bienestar en Men’s Health, Women’s Health y Runner’s World.
Su experiencia viene avalada por una amplia trayectoria en la que combina devorar libros, escribir textos, correr maratones, traducir cómics y novelas, la investigación filológica, la crítica literaria, el ballet clásico, practicar yoga a diario y preparar su tesis doctoral.
En Esquire podrás leer sus contenidos sobre libros (ordenados por género, por estilo o por autor) y sus artículos de entretenimiento. Lo mismo te cuenta cuáles son los gentilicios más curiosos, las palabras más bonitas del castellano o los insultos en inglés más originales.
En Men’s Health, Women’s Health y Runner’s World, en cambio, se centra en su faceta más healthy, escribiendo sobre nutrición y alimentación, sobre ejercicios y entrenamiento (enfocado especialmente a running, yoga, ciclismo y natación) y sobre salud y bienestar.
Rosa Martí tiene un grado en Lenguas Modernas por la Universidad del Oeste de Inglaterra, una licenciatura en Lenguas Aplicadas por la Universidad de Rennes II en Francia y un grado de Arte y Humanidades estudiado en la Universidad de Barcelona. También es máster en Filología y Literatura por la Universidad Autónoma de Barcelona, facultad en la que prepara su tesis doctoral.
Toda esta formación le ha llevado a ser traductora de libros, cómics y de la versión impresa de Esquire. Lleva más de 10 años escribiendo en diferentes medios como Esquire, Runner's World, Women's Health, Men's Health, El País y Vanitatis.