Todo lo que no deberías estar comiendo después de entrenar (y comes, claro)
"Me comería una pizza con bacon, peperoni y una vaca rellena de pajaritos", seguro que muchas veces esto es lo que piensas tras un entrenamiento de los duros. Como sabemos que en esas ocasiones te comerías hasta tu madre, identificamos lo que comes y no debes después del ejercicio. Sentimos la mala noticia...

Cuando hacemos ejercicio pasan varias cosas, pero al terminar ocurren dos fundamentales: las reservas de glucógeno se vacían y hay que llenarlas, además de que existe un desgaste muscular por lo que nos cargamos más proteínas de las que fabricamos. Es por eso que nuestra misión cuando terminamos un entrenamiento es reparar con una pequeña comida que cubra las necesidades de nuestro cuerpo.
Esto se centra en dos tipos de grupos de alimentos: los carbohidratos de media o alta absorción y proteínas de calidad. No es el momento de las grasas, bombas enormes de calorías y bebida que no nos aporte nada. Lo mejor es recuperar con agua o bebidas isotónicas, devolveremos hidratación y sales minerales al organismo que tanto las necesita.
Curiosamente este es el momento perfecto para esas cosas que nunca comemos o no vemos el momento de hacer tipo donut, bollería, helados o chocolate con leche. Porque nuestro cuerpo se lo beberá literalmente y sí se puede permitir la carga de azúcar para llenar esas reservas de glucógeno, pero eso sí, con moderación. No te comas quince donuts, que te conocemos.
Así que básicamente nos centraremos en dos cosas que no te aportarán demasiado en este momento del día: uno son las verduras (es decir, un tentempié de sólo verduras) y otro las grasas.

