Orlando Ortega lo deja. Como dejó caer hace unos días en una charla con su ídolo Dayron Robles, se retira del atletismo profesional a los 34 años tras cuatro temporadas muy marcadas por las lesiones y un presente profesional como entrenador de jóvenes promesas del atletismo en Doha.

El atleta español, nacionalizado en 2016 tras llegar de Cuba, Términos de uso: plata en los Juegos Olímpicos de Río 2016, bronce en el Mundial de Doha 2019 y bronce también en el Europeo de Berlín 2018. Y con dos victorias globales en la Liga de Diamante, en 2016 y 2019, quizá el logro del que más orgulloso se siente.

Ortega se sitúa entre los mejores de la historia de la prueba, con una marca personal de 12,94s lograda en 2015, cuando cerró el curso como el más rápido del mundo, que no pudo mejorar como español, un periodo en el que dejó el récord de España en 13,04s, un registro amenazado ahora por Quique Llopis.

"El sufrimiento tiene un límite. No siempre se puede poner la salud en juego ni pasarlo mal por no poder hacer lo que tanto me apasiona", explica en un comunicado en Instagram. "No puedo seguir siendo egoísta conmigo mismo ni con mi familia", reflexiona el atleta, que lamente no poder retirarse en la pista por una nueva lesión que le obligaría a recuperarse y realizar otra temporada para acabar su carrera compitiendo.

De la final de Londres a la lesión de Tokio

Orlando Ortega explotó en el atletismo temprano, y con solo 21 años se metió en la final de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Tenía por delante sus mejores años, aunque la huída a España y el cambio de nacionalidad le impidieron acrecentar su palmarés internacional, especialmente en este 2015. Escapó de Cuba harto de que las autoridades de la federación le marcaran el calendario de espaldas a su planificación y a la de su entrenador y a no poder ganar el dinero que le correspondía a un atleta de su nivel.

En España, tras refugiarse primero en Guadalajara, encontró una familia en el club CAVA Ontinyent y en Vicente Revert, Frank Mollá, Manuel Cortés o Héctor Moral, a los que agradece la acogida, y su nacionalización llegó a tiempo para competir en los Juegos de Río, donde alcanzó la medalla de plata ante un Omar McLeod que se antojó ese día inalcanzable.

Después de un 2017 en el que falló en la final del Mundial de Londres, tocado físicamente, y un 2018 en el que Pascal Martinot-Lagarde y Sergey Shubenkov le superaron en el Europeo de Roma, y negado con la pista cubierta, que tan corta se le hacía, en 2019 decidió romper con su padre y ponerse a las órdenes de Antonio Giannoulakis en Chipre, y con él regresaron grandes resultados como el bronce en el Mundial de Doha, logrado en los despachos tras unas horas tensas con la medalla de ida y vuelta tras verse perjudicado por el choque con el propio McLeod en la calle de al lado, que cortó su progresión hacia lo que podría haber sido incluso una plata por detrás de un naciente Grant Holloway.

El 2020 amaneció espléndido para Orlando Ortega, que se convirtió en el primer atleta en ganar 60 metros lisos y con vallas en el Campeonato de España en pista cubierta de Ourense, poco antes del confinamiento por la pandemia y del aplazamientos de los Juegos Olímpicos, una circunstancia que trastocó especialmente su carrera. "Si los Juegos se hubiera disputado en 2020, los habría ganado seguro", se atrevía a afirmar en la charla con Dayron Robles.

En 2021 comenzaron las lesiones, y aunque apretó para llegar a contrarreloj a los Juegos de Tokio, se lesionó en un entrenamiento en la capital japonesa y se perdió su tercera cita olímpica. Ahí comenzó un calvario de lesiones, especialmente en los isquiotibiales, que cada vez que acercaban su regreso a la pista le frenaron otra vez. Regresó a Barcelona a entrenar con su padre. Fue padre de una niña. Y el año pasado logró ser internacional de nuevo en el Europeo de Roma, aunque sin bajar ya de 13,50s no superó las semifinales. Después, una oportunidad laboral para entrenar en Doha y las obligaciones familiares le fueron restando el tiempo para entrenar. Hasta que tras un 2025 casi inédito en carreras de alto nivel le convencieron de que había llegado el final.

"Me llevo conmigo el orgullo de poder mirar hacia atrás y ver que he luchado con pasión, al igual que ahora miro al futuro con la misma intensidad e ilusión", reflexiona. "Mi carrera podría haber sido mejor, pero es algo que ya no se sabrá jamás. De lo que sí estoy seguro es de que he dejado todo mi corazón en cada carrera, pero ahora es tiempo de que mi espíritu conquiste nuevos horizontes", concluye.

Headshot of Ismael Pérez

Ismael Pérez es periodista experto en atletismo y deporte olímpico. Se enganchó en los Juegos Olímpicos en Atenas 2004 y desde entonces es feliz siguiendo competiciones desde la tribuna de prensa, hablando con los deportistas, siguiéndolos en las redes sociales y contando historias, aunque también saliendo con la bicicleta o saltando en un concierto.

Estudió la Licenciatura de Periodismo en la Universidad de Valladolid y tiene un Máster en Periodismo y Comunicación Digital en la EAE Business School de Madrid. Ha vivido en Turín y Roma y ha cubierto actualidad de todo tipo en El Norte de Castilla, El Mundo de Castilla y León, Televisión Castilla y León, Rome Reports y trabajado la comunicación corporativa en Burson Cohn & Wolfe. También ha escrito sobre grandes campeonatos de atletismo en Somos Olímpicos, Vavel o Foroatletismo y ha intervenido en la IAAF Global Running Conference en Lanzhou (China).

Con una trayectoria de más de una década en el oficio, lleva desde 2019 vinculado a Runner's World, Men's Health y Women's Health en Hearst Magazines y escribiendo sobre actualidad del atletismo de competición, carreras populares, triatlón, trail running, olimpismo aunque a veces también le ha tirado al ciclismo, la escalada, la vela, la natación, el tenis, el piragüismo, el judo, el snowboard…o cualquier cosa que tenga hueco en los Juegos Olímpicos (que no Olimpiadas).