Es un bello día de primavera. Jay Farr se sienta junto a un lago cerca de Coos Bay (Oregón), su ciudad natal, y recuerda a su viejo amigo. "Intentó jugar al baloncesto, pero no era muy alto, así que lo dejó. Intentó nadar, pero casi se ahoga. Probó el fútbol americano, pero no era especialmente grande y le resultó una experiencia un poco dolorosa". Farr hace una pausa, admirando el sol que brilla en el agua y un par de águilas pescadoras que surcan en espiral el cielo color cian. "Así que eso le llevó a correr".

Farr creció a una manzana de Steve Prefontaine. Ambos compartieron la misma escuela en primaria, secundaria y preparatoria. Y también el amor por el deporte que Pre (así era conocido Prefontaine) iba a moldear tan profundamente, en Estados Unidos y más allá de sus fronteras. Como esas águilas pescadoras, los dos jugaban juntos, pero también competían… "Tengo recuerdos de nosotros corriendo entre postes de teléfono. Solía anotar los tiempos", dice Farr con nostalgia.

"Steve tenía una habilidad natural, pero también la fomentaba con mucho trabajo". Farr tiene 74 años y sigue corriendo, aunque lo hace con prótesis en las dos rodillas. Si el destino hubiera sido otro, no sería difícil imaginarse a ambos septuagenarios felices, sentados juntos al borde de este lago. Y si damos crédito a las estimaciones de la comunidad de Coos Bay y de gran parte del estado de Oregón, uno de ellos sería seguramente el mejor atleta estadounidense de todos los tiempos.

"El éxito no es lo lejos que llegas, sino la distancia que recorres desde el punto de partida"

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Pero la mano que el destino le tendió a Pre fue singularmente cruel. En la madrugada del 30 de mayo de 1975, tras una carrera en el mítico Hayward Field de la Universidad de Oregón, perdió el control de su MGB descapotable, que se estrelló y volcó. Tenía 24 años y estaba en la flor de la vida; en el momento de su muerte ostentaba el récord estadounidense de todas las distancias, desde los 2.000 hasta los 10.000 metros.

La tarde anterior, en una actuación exuberante en los 5.000 metros, ante 7.000 espectadores, había vencido a su amigo y campeón olímpico de maratón Frank Shorter, y a un grupo internacional que él había ayudado a reunir. Su tiempo de 13:23.8 fue el segundo más rápido de la historia de EEUU, a un bigote de su propio récord. Los Juegos Olímpicos de Montreal del año siguiente estaban en el punto de mira de Pre, y pocos dudaban de que iba a brillar con luz propia.

‘Inoportuna’ es el adjetivo que más se utiliza para referirse a la muerte de Pre, una palabra que se queda corta para describir el fin de una fuerza de la naturaleza. Es habitual en los elogios a los que mueren jóvenes declarar que en su corta vida han hecho más de lo que muchos pueden hacer en toda su existencia. En el caso de Pre, esto era irrefutablemente cierto.

Empezando con los logros deportivos, por supuesto. Esa fascinante serie de récords nacionales, uno de ellos establecido cuando aún estaba en el instituto de Coos Bay. Su récord de 35-3 en la milla en Hayward Field. Sus tres campeonatos de campo a través de la NCAA y sus cuatro títulos nacionales de las tres millas, conseguidos en la Universidad de Oregón. En su única participación olímpica, en 1972 en Múnich, un joven de 21 años, callado pero valiente, al que el comentarista David Coleman comparó con un 'Beatle atlético', perdió el bronce por 0,64 segundos.

"Algunas personas crean con palabras, o con música. A mí me gusta hacer algo bonito cuando corro"
steve prefontaine
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"La mayoría de la gente diría que si hubiera corrido para ser el tercero, probablemente habría conseguido el bronce ese día", dice Farr. "Pero ese no era su camino. Siempre corría por el primer puesto". Y ahí radica el quid de la leyenda de Pre. Los logros atléticos, por luminosos que sean, no mantienen legados durante medio siglo o más. Pero la forma de hacerlo sí. Y el estilo intrépido y frontal de Pre ("Puede que alguien me gane, pero tendrá que sangrar para hacerlo", dijo una vez) le confirió una cualidad trascendente que le hizo ganar seguidores mucho más allá de los confines de la afición al atletismo en la América de los años 70.

"No tuve la oportunidad de verle correr en persona, pero viendo imágenes de sus carreras aquí en Oregón, su estilo de correr era realmente cautivador", dice Lauren Goss, archivera de atletismo de la Universidad de Oregón. "Incluso cuando ya sé el resultado, es muy divertido verlo. Su forma de correr es ferozmente competitiva. Es atractiva. Hay una cita en la que Pre hablaba de correr como un arte y puedo verlo en sus carreras. Escuche el audio y podrás oír también a los aficionados en las gradas; hay una especie de reciprocidad y sinergia de energía". Goss, de 36 años, es una corredora entusiasta y está encantada con las ventajas de su trabajo en la universidad. La sitúa en el epicentro del patrimonio estadounidense de carreras de distancia, con acceso a algunas de sus piezas más preciadas.

Entre ellos figura parte del elogio manuscrito que Bill Bowerman, entrenador de atletismo y cofundador de Nike, pronunció en el funeral de Pre. Durante sus 24 años en la Universidad de Oregón, el equipo de atletismo de los Ducks tuvo una temporada ganadora todos los años menos uno, y Bowerman tomó bajo su tutela al 'pequeño campeón', como llamaba a Pre. Los tachones y anotaciones delatan la premura de su creación; el de Pre no era un panegírico que nadie esperara hacer a mediados de los años setenta. El afecto y el respeto de Bowerman por un hombre al que conoció cuando tenía 14 años y un talento precoz son innegables. "Pre ardía en dos deseos", escribe: ser el mejor y lograr lo que Bowerman llama la "emancipación" del atleta estadounidense.

Prefontaine, un rebelde contra la burocracia deportiva

Su carácter rebelde y su desprecio por la autoridad eran dos de los rasgos más entrañables de Pre, que nunca perdió su frustración con la burocracia. A principios de la década de los 70, la Unión Americana de Atletismo (AAU) impuso a los corredores sin recursos económicos unas normas antediluvianas de amateurismo de las que se beneficiaba materialmente. Pre, que al parecer rechazó una suma de seis cifras para mantener vivo su sueño olímpico, tuvo que trabajar como camarero para salir adelante. Vivió en una caravana junto al río Willamette de Eugene durante gran parte de su carrera universitaria. "El amateurismo debería haber sido expulsado en 1920", dijo una vez.

Su persistencia y su voluntad de aceptar una "comunicación difícil", reza el panegírico, allanaron el camino para la profesionalidad que los corredores de hoy dan por sentada. Y fue a través de su asociación con el naciente imperio de ropa deportiva de Bowerman –para el que desempeñó un doble papel de chico de los carteles y vendedor– la que le permitió salir del amateurismo. Nike, con Bowerman a la cabeza, firmó con Pre un contrato anual de 5.000 dólares en 1974 y la marca consiguió mucho más que pura sangre con el que exhibir su innovador calzado.

Pre aprovechó su energía y celo inconformista y los combinó con las habilidades que había adquirido estudiando la carrera de Comunicación. Y así dio con una novedosa forma de marketing directo: enviar zapatillas a los aspirantes a atletas de élite, con notas escritas a mano. Halagados por la atención e impresionados por el producto, muchos adoptaron la marca como propia.

Uno de esos pares fue a parar a manos de un tocayo de Steve Prefontaine: un prometedor adolescente de Jarrow, en el noreste de Inglaterra, que apenas empezaba a apreciar toda la potencia de la leyenda Pre.

50 anos de la muerte de steve prefontaine
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"Si eran o no las zapatillas de Pre, no tengo ni idea", recuerda Steve Cram. "Pero eso es lo que me dijo Bren, y desde luego eran de su talla". Bren, Brendan Foster, campeón de Europa de 5.000 metros y mentor del adolescente de Jarrow, acababa de volver de correr en EE.UU. Le entregó el par de prototipos de zapatillas Nike, con los colores amarillo y verde de la Universidad de Oregón y la ya famosa suela waffle, que le había regalado Pre. El veterano, que acabaría ganando la medalla de bronce en los 10.000 metros de los Juegos Olímpicos de 1976, había firmado un contrato con Adidas, por lo que no podía llevarlas, y pensó que las zapatillas serían un estímulo adicional para su protegido de 15 años.

"Corrí todas mis carreras en carretera con ellas durante un año y eran geniales", dice Cram. "Todavía estoy convencido de que tuve el primer par de Nike del Reino Unido". A pesar del vínculo, tardó un tiempo en caer bajo el hechizo de la historia de Prefontaine. Conocía algunas de sus hazañas y había leído en los periódicos la muerte de Pre ese año, pero estaba a un océano de distancia, en una época anterior a internet. Y la aparición de él mismo, Seb Coe y Steve Ovett en Reino Unido en los años siguientes iba a hacer que el péndulo de la media distancia volviera a cruzar el Atlántico hacia Gran Bretaña.

No fue hasta que Cram fichó por Nike y estrechó lazos con John Gregorio –un contemporáneo de Prefontaine, que había empezado a trabajar para la embrionaria empresa de equipación deportiva– cuando empezó a conocer mucho mejor las hazañas de su tocayo y su ya floreciente legado. "Gregorio se convirtió en un buen amigo", dice Cram. "Recuerdo que me envió por primera vez a entrenar a Boulder, en Colorado". Debía de ser el invierno de 1979-1980. Y empezó a llenar el cuadro sobre el aura de Prefontaine. "Pre era famoso por ir de frente. Su modus operandi, por así decirlo, era salir ahí fuera y luchar contra todo el mundo. Un poco como Brendan y nuestro Dave Bedford, pero Pre tenía una manera muy personal de hacerlo. Nunca le vi correr en persona, pero por lo que he visto y oído… le daba buen resultado".

"Entrenador del mes"

Fortuitamente, la época en que Pre protagonizaba su show coincidió con un aumento exponencial de espectadores potenciales, gracias a la llegada de la televisión en color. "A principios de la década de 1970, el número de personas que tenían televisores en color había aumentado enormemente", recuerda Cram. "Nosotros no teníamos, pero cuando el Sunderland ganó la final de la Copa de Inglaterra en 1973, recuerdo haber ido a casa de nuestro vecino a verlo. No se puede subestimar el poder de ver deportes en directo y en color en aquella época, y eso significaba que personajes como Pre podían captar la atención y la imaginación de la gente".

En cuanto a las zapatillas, a Cram se le quedaron pequeñas mucho antes de su época dorada de principios a mediados de los 80, cuando batió récords mundiales de 1.500, 2.000 y en una milla, y ganó un título mundial y la plata olímpica en 1.500 metros. Las guardó en el fondo de su armario durante unos años y un día, con una total falta de clarividencia para el mercado en auge del calzado antiguo y los Premorabilia, los regaló en el Club de Atletismo de Jarrow y Hebburn. "Recuerdo que para los Juegos Olímpicos de 2012 ofrecí una cena a unos amigos en un barco y les conté esa historia. Uno de ellos era de Japón, donde el mercado de este tipo de objetos es enorme. No te voy a decir lo que dijeron que habrían valido esas zapatillas", cuenta.

Cram ostentó el récord británico de la milla durante 39 años. En mayo de 2024, fue batido por un escocés con su propio estilo Prefontaine y en la reunión de atletismo de Eugene que lleva el nombre del oregonés: el Pre Classic, que el próximo sábado 5 de julio celebrará también su 50º aniversario dentro del circuito de la Liga de Diamante y con casi todas las grandes estrellas del atletismo. "Es un acontecimiento muy prestigioso", afirma el campeón mundial de 1.500 metros y medallista de plata olímpico Josh Kerr. "Que sea la prueba más importante de EE.UU. y que lleve su nombre… fue todo un honor ganar allí".

Tras haber cursado estudios universitarios en Nuevo México y correr ahora para un equipo estadounidense (Brooks Beasts), de la Universidad de Oregón. "Para los aspirantes a atletas en EEUU", dice, "es un nombre que tiene el peso de un Roger Bannister aquí en Reino Unido. Que 50 años después se siga hablando de él y se haga referencia a él demuestra el impacto que tuvo en el deporte", afirma Kerr. "No hay muchos atletas que hayan tenido ese efecto”. “Además era una máquina de hacer citas", añade. "Sus palabras eran brillantes, así que mucha gente se inspira en él y yo soy una de ellas".

"Algunas personas crean con palabras, o con música. A mí me gusta hacer algo bonito cuando corro"
06 09 july 1972: steve prefontaine in action running in the 5000 meter race during the us olympic trials in eugene, or. on july 6th in the 5000m heat pre won his heat with a time of 13:51.2 and on july 9th pre won the race with a time of 13:22.8. photo: rich clarkson / rich clarkson associates,, or. on july 6th in the 5000m heat pre won his heat with a time of 13:51.2 and on july 9th pre won the race with a time of 13:22.8. photo:Ê © rich clarkson / rich clarkson associates
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Le dije a Kerr que, con su franqueza y su concepción del deporte como espectáculo, es una especie de sucesor de Prefontaine en el siglo XXI. El escocés no está de acuerdo, pero admite que le habría encantado la oportunidad de enfrentarse al "pequeño campeón" de Bowerman. Podemos estar seguros de que Pre habría aceptado el reto sin pensárselo dos veces: "No se puede pedir un rival mejor ni una carrera potencialmente más emocionante", afirma Kerr. "Lo que quiero hacer en mi carrera es competir con los atletas que son pura emoción, enfrentarme a ellos y vencerlos. Hoy en día eso nos falta un poco, pero a Pre siempre le gustó".

Un héroe local

Eugene y Coos Bay fueron los dos principales escenarios en los que se desarrolló la vida de Pre. Hoy en día, la primera es un lugar complicado para intentar presumir de tu propio pedigrí de corredor; la ciudad tiene una población de unos 180.000 habitantes y, según el consenso común, alrededor del 90% de ellos son corredores. Muchos se deslizan por el Pre’s Trail, un sendero cubierto de corteza de árbol que atraviesa el parque Alton Baker de Eugene, con vueltas de 1,5 a 10 kilómetros, y que se creó en 1975, en los oscuros días que siguieron a la muerte de Pre. No es raro que por aquí pase Cole Hocker u otro campeón olímpico, mundial o nacional.

"No hay día ni hora en que no se vean corredores en esta ciudad. Es una locura", afirma JB Carney, director deportivo de la agencia de marketing Travel Lane County, con sede en Eugene. "Y cada vez que organizamos una carrera importante, es increíble lo concurridas que están las pistas. Nuestra actual alcaldesa es una antigua atleta de la Universidad de Oregón, y no es raro verla corriendo. Bromeamos diciendo que no solo el barbero, el barman o el camarero son corredores; en muchos casos, también son olímpicos o exolímpicos. Y muchos de ellos probablemente se mudaron aquí por Pre, y porque crecieron idolatrándolo".

La tradición corredora de Eugene ya era importante antes de la llegada de Steve Prefontaine a la Universidad de Oregón en 1969, influido por una carta de Bowerman en la que afirmaba que le convertiría en el mejor fondista del mundo. El venerado entrenador de atletismo Bill Hayward había creado una cultura de excelencia durante casi medio siglo, pero la llegada de Pre añadió un foco de atención nacional, y su fallecimiento, uno internacional.

Hoy en día, pocos visitantes dejan de peregrinar a la Roca de Pre, cerca del lugar del fatal accidente de coche. 'PRE 5-30-75 RIP' está pintado en la roca, alrededor de la cual es costumbre dejar, medallas, dorsales… cualquier muestra de respeto. Pero es en Coos Bay, la ciudad natal de Pre, donde está enterrado con su equipo olímpico bajo una lápida azul celeste en el Sunset Memorial Park, al sur de la ciudad. “Nuestro querido hijo y hermano, que compitió toda su vida, ahora descansa en paz”, reza la inscripción.

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Decir que la pequeña y unida comunidad costera ansiaba celebrar el 50 aniversario de la muerte de su hijo más famoso es totalmente inexacto. Este no es un lugar que necesite una acumulación arbitraria de años para recordarle. Pre forma parte de sus cimientos, de su leyenda. Murales sobredimensionados se enfrentan al visitante, catalogando las distintas etapas de su efímera carrera, desde el novato de instituto bien afeitado hasta el olímpico de pelo largo y bigote. Hay estatuas y placas. En el museo de arte hay una exposición permanente. Y cada tercer sábado de septiembre, la ciudad acoge su propia versión del Preclásico: la carrera Prefontaine Memorial 10K. El recorrido traza algunos de los caminos por los que se entrenó, culminando en el instituto Marshfield, donde se descubrió su don para correr.

"Steve es omnipresente en esta comunidad", dice Carmen Matthews, concejala. Matthews, de 42 años, no es corredora; no todo el mundo aquí lo es. Pero la trascendencia de Pre es tal que apenas importa. Para Matthews, la verdadera resonancia de Prefontaine radica en que era un hombre muy cercano, un luchador implacable que se negaba a aceptar la mediocridad. "Una vez dijo que: dar menos de lo mejor es sacrificar el regalo. Y eso es sin duda lo que todos queremos", afirma Matthews. “Dar lo mejor de nosotros mismos y celebrar la oportunidad que se nos brinda en cualquier ámbito. Es algo que va más allá de correr. Se trata del espíritu".

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Prefontaine y lo que pudo haber sido

Medio siglo después, la historia de Pre está tan trillada como la corteza del sendero de Eugene creado en su nombre. Se han estudiado a fondo esos años fugaces, se han rellenado todos los espacios en blanco imaginables y se han limado los bordes incómodos. El legado está arraigado y la narración simplificada: Pre representó una bifurcación en el camino para el deporte del atletismo, que ha pasado a disfrutar de un ascenso estratosférico a través de una sucesión de auges. Dos épocas, si se quiere: Prefontaine y Postfontaine.

Todo ello hace que el análisis objetivo de los logros de este hombre sea cada vez más difícil. E incómodo. Está en nuestra naturaleza mitificar a los que llegan pronto, en parte por simpatía, en parte por inclinación a adorar a los héroes. Pero, al igual que ocurre con los políticos, la mayoría de las carreras deportivas acaban en fracaso o al menos en declive y decepción. Nunca fuimos testigos de eso en el caso de Pre, ni tampoco de las lesiones y los malos resultados, los dudosos acuerdos comerciales o las inoportunas apariciones en tertulias, ni de las polémicas en las que este personaje de vida rápida y franca podría haberse visto envuelto. Su muerte compartimentó su vida; ‘lo que fue’ ha sido suplantado por el mucho más seductor ‘lo que podría haber sido’.

En un cruel reflejo de la historia de Pre, pocos días después de la Navidad de 1976, el mediofondista belga Ivo Van Damme –doble medallista de plata en los Juegos Olímpicos de Montreal de ese verano– también murió en un accidente de tráfico. Los paralelismos se extendieron hasta la inauguración de un meeting conmemorativo en Bruselas, que sigue celebrándose cada año en su memoria.

"Ivo era un atleta fenomenal. Con un talento increíble", recuerda Cram. "Pero aunque ganó medallas olímpicas y murió joven, no existe la misma mitología en torno a él". ¿Cuál es la diferencia? "Creo que Pre era la viva imagen del sueño americano, el deportista que todo el mundo quería ser. Ilustraba, de alguna manera, el espíritu libre. Un producto de las décadas de 1960 y 1970, ese estilo casi hippie de correr con talento puro. Pero resulta difícil separar las dos caras de Prefontaine: el atleta y el mito que creció a su alrededor. Como atletas, tendemos a fijarnos en los hechos: ¿a qué velocidad corrió? y ¿a quién batió?”. Pero, por supuesto, nunca alcanzó todo su potencial".

Parece imprudente pedir a su viejo amigo Jay Farr su análisis objetivo del Pre atleta. Está demasiado cerca –incluso ahora– de Pre como persona. Y prefiere recordar su lado más divertido, sus juergas en los vestuarios mientras los demás luchaban por recuperarse. "Tenía una energía extra", dice Farr. "Era una de esas personas que no paraban".

"Mucha gente corre para ver quién es el más rápido. Yo corro para ver quién tiene más agallas"
steve prefontaine
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Todos estos años después, Farr se siente orgulloso de su proximidad al hijo más famoso de Coos Bay y quiere dejar las cosas claras sobre ciertas facetas del hombre detrás del mito. "Mucha gente le tachaba de arrogante, y supongo que lo parecía un poco... pero creo que era más una cuestión de confianza en uno mismo. Si alguna vez ibas a una reunión, como cuando era una estrella en la Universidad de Oregón o en las pruebas olímpicas, firmaba autógrafos para los niños hasta que se cansaban de él. Tenía una actitud cercana hacia la gente".

Farr está convencido de que su viejo amigo habría ganado "al menos una, quizá dos, medallas olímpicas", pero hablar de ello le provoca emociones más oscuras. "Miro hacia atrás con cierta rabia", dice. "O le falló el cinturón de seguridad o no se molestó en abrochárselo cuando salió en su MGB, dejando a Frank Shorter en casa del redactor de Sports Illustrated Kenny Moore, en las colinas de los alrededores de Eugene. Por aquel entonces yo estudiaba en Stanford. Recuerdo que me sentí fatal. Qué frustración que desapareciera así".

Medio siglo después, parece que Farr aún no se ha reconciliado del todo con los acontecimientos de aquella noche de mayo de 1975. Y no es el único. Al menos puede encontrar consuelo en correr, algo que ha retomado en serio después de operarse las rodillas. "¿El objetivo de este año? Correr los 10 km de mi edad". Es decir, 74 minutos. Y le resulta agradable intentar imaginar a su viejo amigo Pre, luchando contra el paso de los años con el mismo desafío. "Pero por más que lo intento, no puedo imaginármelo. El pelo y el bigote lustrosos con mechas grises, con su cuerpo fornido y corpulento disminuido por el paso de los años... no logro verlo así".

"Simplemente era demasiado joven, demasiado vital, y siempre seguirá siéndolo. Sí, Pre tenía mucho talento, pero su personalidad, su carácter, era lo que le elevaba por encima de otros atletas quizás igual de talentosos", concluye Carney. "Tenía esa cualidad propia de una estrella del rock, y su prematura muerte ha contribuido a ello". Noticias de atletismo es mejor quemarse que desvanecerse: Propiedades de las patatas. Pre no tuvo la oportunidad de desvanecerse lentamente en el tiempo y ser olvidado. Quedará consagrado para siempre".