Hace ahora 20 años, una pista de atletismo entró en el Movistar Arena, el antes Wizink Center, y el siempre conocido como Palacio de los Deportes, el pabellón de la calle Goya de Madrid que se había quemado en 2001 y se reinauguró a lo grande con el Europeo de atletismo en pista cubierta. La capital lo organizó entre el 4 y el 6 de marzo de 2005 con 560 atletas y grandes estrellas de la época en el continente como Yelena Isinbayeva, Karolina Kluft o Stefan Holm.

España alcanzó en casa su tope histórico con 12 medallas, tan lejanas de las cuatro del último Europeo de Apeldoorn, pero tras tres jornadas el oro no llegaba. Hasta que apareció por la pista Joan Lino Martínez, un atleta que había llegado cuatro años antes de Cuba, que sufrió con la burocracia española para recibir la nacionalidad a tiempo para sacar un bronce polémico y sorpresivo en los Juegos Olímpicos de Atenas, y que en el pasillo del barrio de Salamanca se impulsó hasta los 8,37 metros para proclamarse campeón de Europa y hacer sonar por fin el himno español.

Ahora, 20 años después, recordamos aquel episodio.

Runner's World: ¿Qué haces ahora?

Joan Lino Martínez: Ahora estoy trabajando con el proyecto del centro de refugiados del Comité Olímpico Español en Getafe. Se iban a construir 17 más, pero está parado. Ya sabes lo difícil que es poner de acuerdo a todos en este país. Y también he estado tres años como técnico deportivo en el Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes, siempre vinculado al deporte. Nada fijo, lo que va saliendo de un lado y del otro.

¿Estudiaste mientras entrenabas?

Sí. Cuando llegué de Cuba ya llegué con la titulación, pero tuve que convalidarla aquí en España. Tengo un título de la INEF y dos másteres de gestión de eventos y empresas deportivas para poder estar un poco al día de todo este tipo de historias.

¿Cómo recuerdas aquel Europeo de pista cubierta de Madrid de hace 20 años? ¿Te acordabas del aniversario?

Claro, claro. Para mí fueron meses, desde los Juegos Olímpicos de Atenas hasta el Europeo de Madrid fueron ocho o nueve meses en una nube. Para el Europeo era el único medallista olímpico en la pista, porque Paquillo [Fernández] no competía en pista cubierta. Las expectativas y todo lo que rodeaba al Europeo era enorme. Recuerdo con mucha gratitud el hecho de cómo lo acogió Madrid, hay que pensar que nosotros reinauguramos el Palacio de los Deportes después de cuando se quemó. Mi madre lo estuvo viendo, que hacía solo cinco meses que había llegado a España y mi hija fue a ver la pista también por primera vez. Tengo un recuerdo muy grato.

Se consiguieron 12 medallas y la tuya llegó de las últimas, la última tarde. ¿Se contagiaba el éxito dentro de la selección?

El Europeo tuvo sus características. España participaba con un equipo entero. Teníamos muy buenos atletas en aquella época y los tenemos hoy, pero entonces estaban Carlota Castrejana, Ruth Beitia, David [Canal], [Antonio] Reina, Felipe Vivancos, del 1.500m Reyes [Estévez], [Juan Carlos] Higuero y Arturo Casado...muchos atletas que sacaron 12 medallas. Por desgracia, llegamos al último día y no habíamos sacado ninguna medalla de oro. Llevábamos medallas de plata, medallas de bronce, pero faltaba el oro para catapultar a España en el ranking del tablero y estábamos en el puesto 8º o 9º por no tener oros. Recuerdo que llegó alguien de la federación, no me acuerdo bien, y me dijo 'a ver si arreglamos un poco esto, que está la cosa bien, pero no terminamos de sacar un oro'. Y yo pensé que había que hacer algo. Fue muy gracioso porque todo el mundo compitió muy bien, pero las medallas cuestan mucho y nadie las regala.

"Llegó alguien de la federación y me dijo 'a ver si arreglamos esto, que necesitamos un oro'"
madrid, spain: spanish gold medalist joan lino martinez competes during the mens long jump finals at the european athletics indoor championships in madrid 06 march 2005. afp photo javier soriano (photo credit should read javier soriano/afp via getty images)
JAVIER SORIANO

¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza si piensas en aquel Europeo? Una imagen, un recuerdo concreto.

Creo que más que todo el recuerdo de mi entrenador, Juan Carlos Álvarez. Yo le tengo un cariño y un respeto enorme. De hecho, siempre digo que para mí ha sido la persona no que me hizo atleta, porque cuando llegué a España y le conocí ya era atleta, pero fue la persona capaz de aceptarme y los mejores logros y objetivos los conseguí con él. Recuerdo terminar la competición e ir a agradecerle todo lo que había hecho por mí. A los atletas élite todos nos ven desde fuera y la visión que tiene todo el mundo es una visión un poco efímera. Porque solamente ven lo que nosotros enseñamos, y más en aquella época que no había redes sociales, todo era más personal. Yo tenía y tengo un aprecio muy grande por él, fue capaz de encaminarme y ayudarme y estar conmigo tanto deportivo como extradeportivo, porque esos tres años antes de los Juegos Olímpicos también estuvo conmigo, y hubo un momento muy complicado, muy difícil, y él siempre estuvo a la altura. Y por eso me recuerdo siempre el abrazo que le di cuando terminó la competición y sabía que había ganado.

Saltaste 8,37 metros pero ese invierno en las competiciones anteriores solo habías pasado de 8 metros por poco y llegabas con la 4ª marca. ¿Te sentías el favorito o llegabas a la expectativa?

A ver, por ranking no era el favorito, porque había dos o tres atletas que habían saltado un poco más de 8,15 [Sdiri y Tsatoumas], pero el único medallista olímpico era yo, porque los americanos no estaban en la competición. Era bastante consciente de la situación. Sabía que tenía la posibilidad y lucharía por las medallas. Era el favorito, pero todos los que estaban compitiendo eran capaces de saltar y saltar mucho. Había saltado una sola vez sobre ocho metros ese invierno, pero sabía cómo había hecho esa competición, con mucha carga de entrenamiento porque quería llegar muy bien al Europeo. Si yo era capaz de saltar 8 metros en esas condiciones, sabía que estaba muy bien para competir.

¿Te llegó algún patrocinador después de ese oro, de la medalla que habías conseguido?

Yo después de los Juegos Olímpicos, estuve ocho meses sin patrocinadores. Después del Europeo, creo que firmé por Nike. No me acuerdo si fue Nike o Adidas el primer patrocinador que tuve, pero después de los Juegos estuvo compitiendo en el Campeonato de España y en dos mítines por ahí con ropa roja y blanca porque no tenía patrocinador ninguno.

En Atenas 2004 lograste el bronce por un centímetro y, al año siguiente, en el Mundial de Helsinki, lo perdiste por un centímetro. ¿Cómo recuerdas aquello?

Como se suele decir, una de cal y una de arena. Si me dan a elegir, me quedo con los Juegos Olímpicos, claro. Helsinki fue una competición también muy dura. La temperatura no era la más adecuada. Recuerdo que en el último entrenamiento que hice en Madrid había 29 ó 30º C y allí estaba a 22º C y lloviendo. Y de los cinco días que estuve allí, cuatro llovía. Para la final paró, pero la pista y la yerba estaban mojados. Nos adaptamos lo mejor que pudimos. yo llegaba en forma, pero justo porque había tenido una lesión en el isquiotibial un par de meses antes y había hecho dos competiciones nada más antes del Mundial. Había saltado más de 8 metros [8,17m], pero no llegaba con toda la confianza del mundo. Mi entrenador me decía que yo era un perro de competición porque siempre sacaba lo mejor de mí en la competición importante, y saltaba más que mi marca de inscripción. Eso fue lo que hice [8,24m ventosos] y por desgracia me quedé a un centímetro de la medalla de bronce.

"Yo llegué a Atenas siendo un desconocido. Solo Luismi Berlanas me metió en la quiniela de medallas"

Y en Atenas ganaste el bronce, pero James Beckford reclamó por la plastilina.

De hecho, la entrega de medallas se celebraba una hora más o menos después de que terminara la competición y se tuvo que celebrar dos horas y media después. Porque el jamaicano puso una reclamación y los ingleses pusieron otra. Tanto el cuarto como el quinto pusieron. La historia es que los ingleses pusieron la misma reclamación que los jamaicanos y ya se descartó porque era la misma, con el mismo vídeo y las mismas imágenes. Dos horas y media después, con una tensión tremenda. De hecho, cuando entregan la medalla todavía te dicen si tienes alguna duda, y a mi que ya me la habían dado que venga alguien a quitármela. Pero bueno, es una anécdota. A día de hoy, ese salto hubiera sido nulo con la tecnología existente, pero yo soy más de la vieja escuela. He visto una entrevista de la Peleteiro que decía que no estaba muy de acuerdo con el tema del nuevo reglamento que se plantea, y yo aunque en muchas cosas no estoy de acuerdo con ella, en esto sí. Creo que lo de quitar la tabla de batida para el salto de longitud y el triple le quita la esencia del salto. Pero bueno, cada uno va a lo que va, el espectáculo es el que es, las televisiones pagan y al final, también ser consciente y coherente. Pero yo hubiera elegido seguir con la normativa anterior. Ya con el láser hemos metido una tecnología nueva, pero poner esto de unos 50 centímetros para batir donde te dé la gana, ya me parece exagerado. [Joan Lino habla de la zona de despegue de longitud que se ha probado este invierno, pero aún no se usa de manera oficial].

En Atenas se hablaba más de los mediofondistas, de la marcha, pero tu medalla resultó sorprendente en tu primera competición como español.

Sí, te diré una cosa. Yo llegué a Atenas siendo un auténtico desconocido para todo el mundo. Me conocían los que estaban más en el mundo del atletismo y poco más. Porque claro, si no me ves entrenar cada día, si no estás conmigo...no sabes quién soy. Yo no había competido, solo había hecho el Iberoamericano de Huelva [8,26m solo dos semanas antes de los Juegos] y no tenía los ojos la mirada de nadie porque nadie me conocía. La única persona que apostó por mi cuando te preguntan lo típico de '¿cuántas medallas das?' fue Luis Miguel Martín Berlanas [5º en 3.000m obstáculos en aquellos Juegos], el único que me metió en las quinielas y dijo que podía sorprender, porque me llevaba viendo tres años entrenar en la pista de Madrid y nos conocíamos, teníamos al mismo representante [Miguel Ángel Mostaza]. Fue el único que me metió en las quinielas y acertó.

Después de 2005 ya no volviste a pasar de 8 metros ni a acercarte a las grandes finales. ¿Qué pasó?

Sí, después de eso tuve muchas lesiones. En 2007 tuve una lesión grave en el isquiotibial, en el recto. Me rompí y tuvieron que operarme y pasé un año y pico de baja porque no me recuperaba bien. Y estuve tres años arrastrando molestias, dolores. Año y medio después me tuve que operar del tendón porque me molestaba el calcáneo y no me dejaba correr bien, y cuando después del Europeo de 2010 decidí retirarme porque veía que ya no estaba en condiciones de hacer nada.

Cuando llegaste todo el mundo en España estaba loco con Yago Lamela. ¿Cómo era tu relación con él?

Yo a Yago y a Raúl [Fernández] lo conocí en el Mundial Juvenil de Sídney del 1996, cuando éramos muy pequeños todavía. Teníamos una relación normal. No éramos amigos ni nada, pero teníamos una buena relación. Cuando se vino a entrenar a Madrid con Juan Carlos Álvarez, estuvo siete u ocho meses entrenando con nosotros y ni bien ni mal.

Llegas a una concentración en Guadalajara, te enamoras de una chica, y en principio quieres seguir compitiendo por Cuba, pero, ¿qué pasó cuando volviste allí?

Llegué Guadalajara en el año 2000 y no es que me tratasen mal, pero la situación y la política cubana no quiere que los atletas que no vivan allí compitan por Cuba. Decido irme de Cuba en abril del año 2000 y en agosto estaba aquí. Antes de los Juegos Olímpicos de Sídney, la selección cubana y yo no teníamos buen feeling. Hubo varias cosas que no estuvieron bien, y si esto se va a hacer así, tomo mis decisiones y me voy y ya no hay vuelta atrás. Yo estuve cuatro años, hasta los Juegos de Atenas, compitiendo con Cuba pero sin representar a Cuba porque la normativa internacional no permitía representar a otro país. La IAAF le da un aviso del tránsfer a Cuba, ellos se acogen al silencio administrativo, no responden, y a los tres meses podías empezar con otro país.

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BRU GARCIA//Getty Images

¿Pesaba más tener una novia en España, que te dejaran fuera de Sídney o se unió todo?

Fue más deportivo que personal. Quería ir a los Juegos Olímpicos de Sídney porque estaba preparándome para eso, pero en Cuba se toman las decisiones ajenas a mí, y en mi contra y yo decidí buscarme la vida.

Propiedades de las patatas.

Sí, es que el bienestar de una persona está por encima de cualquier cosa. Al final es muy difícil decir a alguien que te quedes en un sitio donde tú no estás cómodo, no estás bien, y no puedes cubrir tus necesidades básicas. No estoy contento, porque es un tema muy delicada, pero la realidad es así. Hubo un momento determinado en que se rumoreaba en la selección cubana que yo estaba dando cobijo y una especie de tutorial a muchos amigos míos para que huyeran, y yo no hacía eso, ni me iba ni me venía, cada uno que hiciera lo que quisiera con su vida.

No te dieron el DNI hasta antes de los Juegos Olímpicos de Atenas. ¿Te llegaste a desesperar mucho?

Bastante, para qué mentirte. Un atleta vive de las competiciones importantes, Europeos, Mundiales...si no puedes competir ahí, tienes un problema económico y de reputación, porque el reconocimiento te llega a través de los grandes campeonatos y si no vas, te quedas sin todo eso. Es una pescadilla que se muerde la cola. Al Mundial de París 2003 habría llegado en el ranking entre los 10-15 primeros. Desde el 2000 que llegué a España hasta el 2004 que pude competir, siempre salté más de 8 metros. 8,12; 8,15, 8,20. Y no pude participar en ningún campeonato. Eso era un poco doloroso.

¿Te sentiste bien tratado por España, tanto antes como después de tu carrera deportiva?

Yo tengo mucho que agradecerle a España. Cuando me retiré, había conseguido el palmarés que tenía y para bien o para mal, aunque lo de quién te quiere y quién no es muy subjetivo, me gané mi pequeño club de fans. Y a partir de ahí, encantado de estar y vivir en España y tener todas las cosas que tengo aquí. Llevo 25 años aquí y creo que tengo la vida bastante encaminada, con sus subidas y bajadas, pero perfectamente acopladas.

Has contado que te costó mucho encontrar trabajo, que ahí tu palmarés deportivo no servía de nada.

A ver, es complicado. No te voy a decir yo que ha sido fácil porque al final, quieras que no, es la vida misma. Cuando tú estás en el deporte solo se te juzga por lo que estás consiguiendo, y cuando terminas la carrera deportiva, para muchas personas de recursos humanos, como yo digo, el palmarés deportivo se lo pasan por el forro porque a ellos no les vale de nada. Y tienen razón, pero también sería interesante que valoren lo que has hecho antes para lo que puedas hacer después. Eso es mi punto de vista y mi criterio. Yo ponía mi medalla en el currículum, y alguien me recomendó que lo quitara. Lo siento, pero si a alguien le molesta, tendré otro trabajo. Yo no voy a quitar algo de lo que estoy orgulloso porque a alguien le moleste que lo tenga.

¿Y nunca quisiste seguir ligado al atletismo de otra manera?

Esto es una pregunta que siempre me hacen y yo siempre digo que yo no me fui del atletismo, el atletismo se fue de mí. Ser entrenador de atletismo no es fácil, es complicado. Son muchas horas, hay muchos viajes, no es agradecido económicamente, y al final tienes que hacer tus cuentas y sacar tus conclusiones. Decidí que prefería adaptarme a otro tipo de vida que me saliera más rentable.

¿Sigues ahora el atletismo? ¿Qué atletas te gustan ahora?

Sí, no tanto como antes porque para bien o para mal podría ser padre de casi todos los chavales. He visto el Campeonato de España, los internacionales...pero todo ya me suena demasiado joven. Al Europeo llevamos dos, el cubano y el español. [Lester Lescay y Jaime Guerra], decirte que me gusta más uno u otro sería mentirte.

¿Y de internacionales?

El griego [Miltiadis Tentoglou] está a otro nivel, con una capacidad de salto impresionante y en un muy buen estado de forma. En los Juegos Olímpicos hizo lo que hizo, y si no te guías por él estás un poco fuera, pero creo que todos los mejores del mundo tienen buena técnica, pero el griego está un punto por encima de los demás. Eso sí, lo de las grandes marcas es otra cosa. El griego tiene buena pinta en ese sentido, pero esas marcas están ahí por algo, como lo de Sotomayor. El salto de longitud es puñetero, aunque parezca que no. Saltar 8,95 ó 8,90 metros son dos, tres o cuatro elegidos del mundo y los demás somos unos aspirantes. 9 metros son muchos metros.

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Ismael Pérez es periodista experto en atletismo y deporte olímpico. Se enganchó en los Juegos Olímpicos en Atenas 2004 y desde entonces es feliz siguiendo competiciones desde la tribuna de prensa, hablando con los deportistas, siguiéndolos en las redes sociales y contando historias, aunque también saliendo con la bicicleta o saltando en un concierto.

Estudió la Licenciatura de Periodismo en la Universidad de Valladolid y tiene un Máster en Periodismo y Comunicación Digital en la EAE Business School de Madrid. Ha vivido en Turín y Roma y ha cubierto actualidad de todo tipo en El Norte de Castilla, El Mundo de Castilla y León, Televisión Castilla y León, Rome Reports y trabajado la comunicación corporativa en Burson Cohn & Wolfe. También ha escrito sobre grandes campeonatos de atletismo en Somos Olímpicos, Vavel o Foroatletismo y ha intervenido en la IAAF Global Running Conference en Lanzhou (China).

Con una trayectoria de más de una década en el oficio, lleva desde 2019 vinculado a Runner's World, Men's Health y Women's Health en Hearst Magazines y escribiendo sobre actualidad del atletismo de competición, carreras populares, triatlón, trail running, olimpismo aunque a veces también le ha tirado al ciclismo, la escalada, la vela, la natación, el tenis, el piragüismo, el judo, el snowboard…o cualquier cosa que tenga hueco en los Juegos Olímpicos (que no Olimpiadas).