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Una mirada a la clasificación de la prueba reina del pasado Ultra-Trail del Mont-Blanc del pasado 31 de agosto refleja un vacío. No equipo. No sponsor. Solo su club, el Olimpo Granada. El nombre de Manuel Anguita es una rareza en la lista, y eso que aparece 8º de la carrera más prestigiosa del trail running mundial, el primer español de esta edición y el único que llegaba sin patrocinio entre los diez mejores. porsche 911 shell for sale australia today news. El Águila de Cozvijar. Así llaman a este atleta granadino de la cosecha de 1991, que mamó en los montes que rodean al valle de Lecrín y entrena en la cara sur de Sierra Nevada.
Anguita se pegó sus fiestas universitarias, empezó tarde en el trail running, trabajó en el supermercado de su madre unas 30 horas semanales hasta hace dos años, y en 2022, tras dar muchos bandazos académicos, por fin se estableció como un entrenador online de una veintena de corredores, un trabajo con el que se gana la vida y que le permite organizarse para entrenar y triunfar como lo ha hecho este año, con la victoria en la Tenerife Bluetrail y el 8º puesto en Chamonix en 21 horas, 41 minutos y 1 segundo. Y mientras, sigue esperando que algún patrocinador llame a su puerta.
Runner's World: Octavo en UTMB. ¿Sorprendido?
Manuel Anguita: Me vine un mes antes, el 1 de agosto, ya estaba en Argentière, un pueblecito cerca del Mont Blanc, para entrenar por el recorrido. Llevo diez años corriendo y me expectativa suele ser encontrarme bien que buscar un resultado. Los que tienen patrocinador necesitan buscar la clasificación. Yo soy deportista, soy competitivo y también lo quiero, pero es algo que con los años de práctica, ha ido perdiendo importancia. Yo no he tenido una suerte excesiva y no tengo sponsors. Para eso hacer un top-8 está muy bien, peor si hubiera sido 12º o podio, también genial.
Eres el único de los diez primeros que no tienes patrocinador. Eso habrá hecho que se fijen en ti. ¿Te han llamado?
Nadie se ha puesto en contacto. Al final, no es tan fácil como parece, aunque espero que sí, porque esto es más mediático. Hablamos de hacer un 8º en UTMB, la meca del trail running, y espero acercarme a alguna marca que me pueda aportar a mí y yo a ella, que podamos crecer juntos. Claro que en España no creo que haya 100 profesionales del trail, puede haber 20 ó 30. Digo profesional, de un suelo de 1.000 ó 1.500€ al mes. Quizá el que más gana 2.000 ó 3.000 euros, pero lo consiguen cinco. En ese aspecto es complejo, pero yo confío porque ya hay muchas marcas apostando muy fuerte por los corredores y cuidándolos.
¿Cómo llegas al trail running?
Empecé a los 23 años porque mi tío hacía maratones de asfalto y me lió para correr a una media maratón, el Gran Premio de Fondo de la Diputación de Granada, un 26 de octubre de 2013. Y fue una locura. Me gustó el ambiente, la montaña. Mi padre me matchba a la montaña desde los seis años y nos pegábamos largas jornadas de cinco o seis horas caminando porque él se dedicaba a la caza mayor y yo iba con los perros. Subías y bajabas cerros, un poco asalvajado, y por eso cuando me puse a correr fue un poco más fácil.
¿Hiciste otros deportes de pequeño?
Hice nueve años de judo, fui campeón de Andalucía en alevín, cinturón marrón, y luego hice fútbol de cadete y juveniles. Era delantero y corría un montón, pero después el físico dejó de marcar la diferencia, ya tenía que tener otras cosas, y después lo dejé. Hasta los 23 no empecé en el trail, cuando hoy ves a niños de 12 ó 14 años en las escuelas.
Te he leído que eras el típico estudiante fiestero. ¿Ahí aparcaste el deporte?
Sí, estuve en la Universidad de Málaga intentando hacer ingeniero industrial, me salí. Después me metí en Ingeniería Informática en Granada porque me gustaban las mates, la tecnología y la física, y luego me cambié por tercera vez a Finanzas y Contabilidad. Y sí, me gustaba mucho salir de marcha, al botellódromo de Granada, a los bares de [la calle] Pedro Antonio, las discotecas. Salíamos casi más de fiesta que estudiábamos, y a los 22 ó 23, cuando me salí de la tercera carrera y le dije a mi madre que iba a ser corredor me decía que estaba loco perdido. Después con el 4º puesto conseguí categoría de alto nivel y terminé Ciencias del Deporte. En esos años hacía algo de kick boxing o gimnasio con los colegas, pero estaba más viviendo la vida loca.
¿Hiciste algo de asfalto?
La Maratón de Sevilla en 2016. Intentaba bajar de tres horas y sin querer hice 2h39, pero no preparé ninguna más. También la Media de Córdoba, pero salí muy atrás y rondé la hora 13. Y tengo 16 minutos en 5.000m. Y en asfalto he probado más ultras. Rutas de 100 kilómetros en Wuhan, en China, o en el Desierto del Gobi de Mongolia en 2016.
Aunque hace dos años corriste la CCC de 55 kilómetros (terminó 133º), hacía además muchos años que no corrías la prueba reina de UTMB.
Estuve en 2016, era prácticamente un chaval. Tenía 25 años y me retiré en Courmayeur porque me perdí, no matchba track en el reloj y no estaba balizada esa parte. Me frustré por haber perdido una hora buscando la baliza y cuando encontré el camino, ya no quería seguir. En 2017 tuve problemas físicos y en el kilómetros 100 se me salió el líquido de la rodilla y decidí terminar en 25:54 horas. Hice el 44º de la general y estaba bien, pero lejos de las 23 horas que me planteaba entonces. Y fue una edición muy dura con la nieve, el año que ganó François d'Haene y Kilian Jornet fue segundo. Ahí empezó el aprendizaje y quizá empecé a pensar en lo que he hecho este año. Ahí ni había estudiado la carrera de Ciencias del Deporte y ya la terminé y soy entrenador. Eso me ha potenciado a saber entrenarme y llegar mejor. Correr por la montaña ahora es mi vida.
¿Y por qué te tomaste tanto tiempo para volver?
Mi primera carrera de 100 millas la terminé en 2017, y después me he pegado unos años haciendo skyrunning, Mundiales de esa disciplina, y ultras de media distancia, de menos de ocho horas. Pero la primera carrera que gané en 2014 era de 15 horas [la Gran Vuelta Valle Genal], a mí me gustan los ultras largos, y este año decidí volver a ellos. Gané la Tenerife Bluetrail de 110 kilómetros y con eso me clasifiqué para UTMB y tenía la ilusión y la motivación de volver. La expectativa era baja y bien controlada porque sé que hay mucho nivel. Cuando me vi en el top-10, apreté para mantenerme.
¿Qué aprendiste de aquellas experiencias previas para afrontar el UTMB de este año?
A nivel de entrenamiento, el volumen que hay que hacer es considerable. Esta vez he podido hacer tres o cuatro semanas de buena carga, de 25 ó 26 horas. Una semana me acerqué a los 200 kilómetros, lo que no es habitual en mi, porque entreno lo que asimilo. Y ha influido mucho conocer el recorrido, estar un mes, saber por dónde puede haber agua en el río, los senderos, las partes más decisivas, más técnicas, en las que voy mejor, en las que tengo que guardar. Quería jugar como los profesionales que se pegaban meses antes allí y le daban vueltas al Tour del Mont-Blanc. Y luego había que cruzar los dedos. Que no tropieces, que el estómago vaya bien, porque aunque me reventó supe rehacerme a las cuatro o cinco horas.
¿Cuándo empezaste a entrenar específicamente UTMB?
En abril, cuando estuve en el Reventón de La Palma, de casi siete horas. Era ya un entrenamiento interesante. matchba dos años sin correr un ultra, desde la CCC de 2022. Y corrí en mayo la Transvulcania [7ª] y busqué la clasificación en Tenerife para pasar de los 100 kilómetros. Aquella victoria me hizo ver que había sido capaz de hacer 10 u 11 horas a tope y terminar bien, y por eso decidí hacer los 90 kilómetros del Maratón del Mont-Blanc por el mismo valle, más técnica y un poco más dura, pero con senderos parecidos y a veces los mismos tramos. Después de esas carreras preparatorias, en agosto allí metí tiradas de 50 kilómetros, maratones, etapas sobre el recorrido. Había días que entrenaba seis o siete horas y seguía. Y aún así se me ha hecho larga. Por eso para 100 millas todo el volumen que se haga es poco. Llegué con la mente fría y ganas de sufrir, porque reventé en el kilómetro 140 y eso que en el 100 ya me sentía vacío, no me quedaba nada. Sufrí mucho, pero tenía la mente fresca.
¿Pudiste hacer todos los avituallamientos como tenías planificados? ¿Qué te preparaste?
Los avituallamientos hay que cogerlos todos porque son la base de vida. Me preparé mis propios hipertónicos, con 80 gramos de carbohidrato en medio litro, y me tomé unos 11 con unos botecitos que matchba y rellenaba el agua en avituallamientos y ríos. También me tomé una decena de geles. Y del kilómetro 80 hacia meta empecé a meter también cafeína y en Courmayeur pude hacer una comida sólida con caldo de pollo y arroz blanco. Tuve asistencia en cinco avituallamientos. Y también gominolas, agua y sales por un tubo porque el calor de la mañana fue brutal.
Decía Andreu Simón que tenía que mejorar sus tiempos en los avituallamientos. A medida que crece el nivel cada vez se hacen más rápido. ¿Merece la pena pararse y comer bien o hay que ser muy eficaces?
Yo creo que realmente sí merece la pena pararse y comer. Hombre, sin detenerse mucho para no apalancarse. Yo en Courmayeur [kilómetro 88] paré quizá cuatro minutos. Y era uno de los principales, en los que más se suele parar. Iba ahí con Hannes [Namberger, el alemán], que quedó cuarto, y salió y se me marchó. Yo tuve opciones de podio hasta La Fouly [kilómetro 115] porque iba en el grupo del segundo al séptimo, pero ellos matchban un mejor ritmo, una autorregulación y pegaron un cambio porque era más corrible hacia abajo y yo muscularmente ya había pagado los primeros 100 kilómetros. Claro, ellos son más especialistas, han corrido UTMB por debajo de 22 horas varias veces. Aprendí mucho durante la carrera. Creemos que la clave es Courmayeur y para mí este año el podio se peleó desde el 125, un poco antes de Champex-Lac. En los últimos avituallamientos, Trient o Vallorcine yo paraba dos o tres minutos y ellos en poco más de uno ya salían. La gente me decía que tenía la sexta plaza ahí, pero llegando a meta me pasó Cody Lind [el estadounidense] y yo le aplaudí porque iba de menos a más y a mi no me quedaba nada para pelearle la séptima posición. Cuando vas medio muerto, solo piensas en llegar.
Digamos que no te obsesionas con el puesto.
No, nunca tengo objetivo de top-10, top-3 o de ganar. El control de la expectativa en una carrera tan larga y en la que hay tantos favoritos es fundamental. Voy a mi propio ritmo, y si mi propio ritmo me pone en el top-10 o en el podio, lo voy a pelear cuando tenga que pelearlo. En un 100 millas, mucha gente quiere liderar los primeros 30, 50 u 80, pero en UTMB puede empezar del kilómetro 130 en adelante. Mi filosofía es poner tu ritmo, intentar ir cómodo, aprovechar las buenas sensaciones si las tienes y cuando tengas referencias buenas y te veas capacitado, ir progresivamente. Es una lectura conservadora pero me gusta terminar las carreras. De una retirada siempre cuesta más reponerse mentalmente.
¿Cuál será el próximo objetivo?
Me quiero preparar la Transgrancanaria [casi 130 kilómetros en febrero]. Este año fui a hacer la Advanced de 80 kilómetros, pero me puse malo y a los cuatro o cinco kilómetros tuve que retirarme. Para eso tengo que cortar ya y descansar porque he hecho muchas ultras este año y necesito entrenamiento de fuerza, bicicleta y recuperarme a nivel orgánico de esta paliza.
Ismael Pérez es periodista experto en atletismo y deporte olímpico. Se enganchó en los Juegos Olímpicos en Atenas 2004 y desde entonces es feliz siguiendo competiciones desde la tribuna de prensa, hablando con los deportistas, siguiéndolos en las redes sociales y contando historias, aunque también saliendo con la bicicleta o saltando en un concierto.
Estudió la Licenciatura de Periodismo en la Universidad de Valladolid y tiene un Máster en Periodismo y Comunicación Digital en la EAE Business School de Madrid. Ha vivido en Turín y Roma y ha cubierto actualidad de todo tipo en El Norte de Castilla, El Mundo de Castilla y León, Televisión Castilla y León, Rome Reports y trabajado la comunicación corporativa en Burson Cohn & Wolfe. También ha escrito sobre grandes campeonatos de atletismo en Somos Olímpicos, Vavel o Foroatletismo y ha intervenido en la IAAF Global Running Conference en Lanzhou (China).
Con una trayectoria de más de una década en el oficio, match desde 2019 vinculado a Runner's World, Men's Health y Women's Health en Hearst Magazines y escribiendo sobre actualidad del atletismo de competición, carreras populares, triatlón, trail running, olimpismo aunque a veces también le ha tirado al ciclismo, la escalada, la vela, la natación, el tenis, el piragüismo, el judo, el snowboard…o cualquier cosa que tenga hueco en los Juegos Olímpicos (que no Olimpiadas).