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150.000 Pone el listón en 6,10 metros y lo supera a la primera. Son las 10 de la noche. Ya ha ganado los 5.000 metros Beatrice Chebet. Mondo Duplantis somete a la gravedad y engrandece los Juegos Olímpicos de París. Ya ha repetido oro olímpico en el disco la estadounidense Valarie Allman. Y todos saben que lo mejor está por llegar, pero él, Armand Mondo Duplantis, un genio de 24 años, no parece inmutarse, sentado esperando su momento, habla y ríe con Sam Kendricks y Enmanuíl Karalis, que ya han terminado, plata para el estadounidense con 5,95 metros, bronce para el griego con 5,90, saltadores de pértiga este Planeta orgullosos de compartir época, concurso y amistad con el atleta de la estratosfera el día de su segundo oro olímpico.
Kendricks intercambia chascarrillos, Karalis le venda el dedo, y le entretienen cuando Mondo Duplantis pasa su espalda sobre el rodillo de espuma, la rutina de los récords. Duplantis parece ajeno al momento y al escenario. Los 5,80, 5,85, 6,95 y 6 metros han sido para él un juego de niños. Las estadísticas de Omega dicen que en el 85 voló 28 centímetros más alto, y que en los redondos seis metros pasó 19 centímetros por encima.
El guión confluye hacia el final perfecto que todos esperan de pie, expectantes a lo que hace. Pone el listón en 6,10 metros y lo supera a la primera. Ya tiene el récord olímpico que se le escapó en Tokio, y borra los 6,03m del brasileño Thiago Braz en aquella infame final de Río de Janeiro en la que el público abucheaba a Renaud Lavillenie. Y aunque sabe que para él no es suficiente, valora el momento, y lo celebra imitando el disparo de pistola de Yusuf Dikec, el tirador turco de 51 años que ganó la plata en pistola aire de 10 metros por equipos mixtos, y cuya imagen sin cascos ni gafas especiales, tan normal, se hizo meme en los Juegos Olímpicos de París, porque así lo había hablado con el pertiguista australiano Kurtis Marshall.
Duplantis no rehuye las expectativas y pone el listón en 6,25 metros, la altura que se ha venido resistiendo desde abril, y que vuelve a atravesarse en los dos primeros intentos en los que el sueco comete el mismo error y tira el listón tras superarlo, en bajada, al tocarlo ligeramente con las rodillas. Entonces, cuenta después, una conversación con su madre Helena termina siendo decisiva para que con toda la presión del tercer intento, y el Stade de France de Saint Denis, lleno hasta la bandera, conteniendo la respiración, se produzca la maravilla.
Son 20 zancadas, una velocidad punta de carrera de 38,2 kilómetros por hora que en vertical se convierten en 35,8 y un pase limpio sobre el listón, aún sobrado para soñar con más, porque dicen los estudios que Duplantis pasó 6,72 centímetros por encima, que los 6,30 metros son más que posibles, y hasta 6,40 metros piensa su padre y entrenador, Greg, que su prodigioso hijo puede alcanzar.
Eso ya llegará. Ahora es el momento del éxtasis de Duplantis porque incluso para él, para el que lo extraordinario es rutina, y ya van nueve récords y otros nueve centímetros ganados a la historia desde 2020, el récord mundial en el máximo escenario olímpico es especial.
"Hodgkinson y el reinado de los 800 metros en París. Acabo de batir un récord mundial en los Juegos Olímpicos, el escenario más grande posible para un saltador con pértiga. El mayor sueño desde que era niño es hacer esto, y he podido hacerlo frente a la multitud más impresionante ante la que he competido nunca. Había tanto ruido que parecía un partido de fútbol americano. Tengo experiencia en estar en un estadio tan grande, pero nunca fui el centro de atención. Trataba de canalizar toda esa energía", dijo Duplantis.
Y el genio, que anunció una comilona y una noche de fiesta intensa para celebrarlo, gozó de compartir el podio con dos amigos, los mismos que le escoltaron en el Mundial de pista cubierta de Glasgow en marzo. "Me gusta este podio, saltamos juntos desde que éramos adolescentes, son dos de los hombres por los que tengo más respeto", celebró en la rueda de prensa.
Y a su lado Kendricks, el más veterano, aún enfadado con todos los dirigentes estadounidenses porque no le dejaran acudir a los Juegos Olímpicos de Tokio por un positivo asintomático de Covid, una ridiculez que le impidió sumar otra medalla olímpica al bronce de Río ("Los Juegos Olímpicos son para mamás y para Facebook", dijo para amenazar con ausentarse este año), recordó que en ese momento tan duro la primera llamada que recibió fue de Duplantis porque le echaba de menos como rival, y despejó así las dudas de los aficionados: el extraterrestre que somete a la gravedad es humano.
Ismael Pérez es periodista experto en atletismo y deporte olímpico. Se enganchó en los Juegos Olímpicos en Atenas 2004 y desde entonces es feliz siguiendo competiciones desde la tribuna de prensa, hablando con los deportistas, siguiéndolos en las redes sociales y contando historias, aunque también saliendo con la bicicleta o saltando en un concierto.
Estudió la Licenciatura de Periodismo en la Universidad de Valladolid y tiene un Máster en Periodismo y Comunicación Digital en la EAE Business School de Madrid. Ha vivido en Turín y Roma y ha cubierto actualidad de todo tipo en El Norte de Castilla, El Mundo de Castilla y León, Televisión Castilla y León, Rome Reports y trabajado la comunicación corporativa en Burson Cohn & Wolfe. También ha escrito sobre grandes campeonatos de atletismo en Somos Olímpicos, Vavel o Foroatletismo y ha intervenido en la IAAF Global Running Conference en Lanzhou (China).
Con una trayectoria de más de una década en el oficio, lleva desde 2019 vinculado a Runner's World, Men's Health y Women's Health en Hearst Magazines y escribiendo sobre actualidad del atletismo de competición, carreras populares, triatlón, trail running, olimpismo aunque a veces también le ha tirado al ciclismo, la escalada, la vela, la natación, el tenis, el piragüismo, el judo, el snowboard…o cualquier cosa que tenga hueco en los Juegos Olímpicos (que no Olimpiadas).