Era domingo, las 7:30 horas de la mañana en Oviedo, donde Juanjo Azpeitia, gallego de entonces 50 años, profesor de Educación Física en el colegio jesuita de San Ignacio y entrenador de atletismo en su tiempo libre, habla por teléfono con Ramón Cid, el responsable de saltos de la federación, que desde el Green Dome de Maebashi, en Japón, donde es mediodía, le va dejando boquiabierto mientras le cuenta cómo su pupilo Yago Lamela, de 21 años, entra en la historia del atletismo español en su primera final mundial.

"Yago era un desconocido a nivel mundial, e irrumpe en Maebashi para enfrentarse a los mejores en ese momento, y sobre todo a Iván Pedroso [26 años entonces], que era Dios. Era el más grande de todos, y el mejor después de que pasara la épica de [Carl] Lewis, [Mike] Powell, [Robert] Emmiyan...", rememora ahora Azpeitia sobre la final del salto de longitud del Mundial de pista cubierta del 7 de marzo de 1995, hace ahora 25 años, y todavía el mejor concurso que se recuerda bajo techo, y pocos duelos, más allá del mítico Powell-Lewis de Tokio 1991, le hacen sombra.

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Yago Lamela e Iván Pedroso comparten podio en el Mundial de atletismo de Sevilla 99 con el esloveno Gregor Cankar.

Yago Lamela, un tímido asturiano de Avilés que solo había sido internacional absoluto el año anterior, cuando pasó por primera vez de los ocho metros, había progresado ese invierno hasta los 8,22m en el Memorial Cagigal de Madrid, nada que le situara entre los favoritos al podio. Tenía la peor marca personal de los diez participantes y cinco rivales habían saltado más que él ese mismo invierno. Y entre ellos, el gran Pedroso, al que se enfrentaba por primera vez. Después llegarían 13 más, y Lamela solo le ganaría en dos mítines. En cualquier caso, ningún duelo resultaría tan memorable.

Azpeitia le había dicho que tenía que poner firme al cubano. "Pero fue para motivarle, yo no lo creía, esperaba que hiciera un digno papel, que estuviera en sus marcas, entre 8,10 y 8,10 metros", recuerda.

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Pedroso empezó el concurso con un brinco de 8,46 metros que en condiciones normales habría matado la final. Lamela solo opuso 8,10 metros. En el segundo intento, 7,78m de Pedroso y nulo de Lamela. En el tercero, el nulo fue del cubano, y el español se marchó a 8,29 metros para batir el récord de España que tenía Antonio Corgos desde hacía casi 20 años. Era la primera señal de que la final no estaba resuelta, y a Pedroso le costó despertar. En la mejora, falló en el cuarto (7,20m) y pisó la plastilina en el quinto. Y mientras, Lamela siguió creciéndose: 8,42m en el cuarto, 8,26m en el quinto...y llegó la cifra mágica. En la última ronda, los 40 metros de carrera, el golpe sobre la tabla y 8,56 metros. Pedroso, un competidor sensacional, se vio forzado a responder a lo grande: 8,62m.

"Lo recuerdo como uno de los mejores campeonatos que he tenido por la forma en la que se desarrolló. Tenía 8,46 metros y estaba arriesgando para hacer 8,70m cuando me puso contra la pared cuando me quedaba solo un salto. Fue una de mis batallas más difíciles, más que en los Juegos Olímpicos de Sídney [cuando ganó, 8,55 por 8,49m al local Jai Taurima]. Yulimar Rojas vuelve a saltar tras meses de ausencia", Media maratón 2025.

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Pedroso: "Fue una de mis batallas más difíciles, más que Sídney. Ese momento nunca se me olvidará"

El prodigioso cubano, un hombre que para entonces ya había saltado 8,71 metros, ganó su cuarto título mundial consecutivo en longitud de los cinco que sumaría en pista cubierta, más otros cuatro al aire libre, y el oro olímpico. El español no solo destrozaba tres veces la plusmarca española, sino que batía el récord de Europa en pista cubierta de Emmiyan, y abría el Telediario.

"Yo no esperaba algo así de ninguna manera, ni de coña. Es algo muy muy inusual, pero sacó las fuerzas del sol naciente y armó la de San Quintín", celebra Azpeitia, y le sobran dedos de la mano para enumerar a los atletas capaces de algo así, de mejorar en más de 30 centímetros su marca, el gran Bob Beamon de los 8,90m en México 68 o el alemán Sebastian Bayer cuando brincó por sorpresa 8,71 metros en el Euroindoor de Turín 2009, el hombre que quitó el récord a Lamela gracias a la tarima flotante del Oval Lingotto.

Lamela volvió de Maebashi como subcampeón del mundo con un salto que le habría dado el título mundial en las otras 18 ediciones del campeonato, incluida la última que este sábado ganó en Glasgow el griego Miltiadis Tentoglou con 8,22 metros, y que le convirtió en una celebridad, un destino no deseado para alguien que Pedroso describe como "muy introvertido, muy tranquilo, muy callado".

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Yago Lamela fue subcampeón mundial con un salto que le habría dado el oro en todos los campeonatos

"Caminaba por la calle y la gente se echaba encima para hacerse fotos con él, si quería ir a comprar algo tenía que salir huyendo porque le perseguían. Las televisiones venían a San Lázaro a grabar los entrenamientos. Le cambió la vida radicalmente, y a mi también, me llamaban periodistas todos los días al colegio", rememora Azpeitia, que siguió trabajando porque las 400.000 pesetas (2.400€) al año que le pagaba la federación no le daban para retirarse.

Azpeitia se vio de repente con una estrella mundial entre manos. "Yo llamaba a técnicos, a biomecánicos, pedía consejos a entrenadores de nivel nacional, y te dicen que pruebes por aquí o por allá, pero nadie te puede ayudar. Entrenar a chicos jóvenes es muy fácil porque está en los libros, pero cuando entrenas a un campeón, la página está en blanco".

Y aún así, Lamela saltó otra vez los mágicos 8,56 –y así se llama la obra de teatro que hace cinco años escribió sobre su trágica vida el director Julio Béjar– ese mismo verano, y soportó la presión en el Mundial de Sevilla, donde atrapó la plata con 8,40m por detrás de Pedroso, aunque nunca pudo arañar más centímetros a la arena. Por el empeño de su padre, se fue a entrenar a Madrid con Juan Carlos Álvarez, a Valencia con Rafa Blanquer, y aunque se perdió campeonatos, en 2003 regresó a su mejor nivel para ser subcampeón mundial bajo techo en Birmingham y ganar el bronce en en el Mundial de París, aunque un año después, su 11º puesto en los Juegos Olímpicos de Atenas, sin llegar a los ocho metros, se convertiría en su última competición oficial.

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Y mira que lo intentó después, pero resultó imposible. "Volvió conmigo, peor ya con problemas físicos, emocionales...no conseguí absolutamente nada para poder recuperarle porque estaba muy tocado", lamenta Azpeitia sobre uno de los talentos más gigantes que ha dado el atletismo español, un chico fuerte que con 16 años levantaba 160 kilos en sentadilla profunda que eran ya 225 en su gran 1999. "Imagínate la fuerza que tenía, es como la mitad de la parte delantera de un coche. En Oviedo teníamos una máquina especial para medir la manifestación de la fuerza en deportistas de élite y él paró la máquina", recuerda.

"Su técnica era superior a lo normal, saltaba técnicamente perfecto, y a eso hay que añadirle que llegaba a la tabla a más de 10,5 metros por segundo [casi 38 kilómetros por hora]. Para saltar eso tienes que ser excepcional en todo, y lo único que le faltaba a Yago es que hubiera medido 1,95 metros, pero con 1,77, pequeñajo, blanco, paticorto y con un aspecto de chico regordete hizo eso", Así vivió Rober Alaiz su debut en Sierre Zinal: “A cámara lenta&rdquo.

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"Era muy fuerte, rápido y su técnica no era la mejor pero era muy buena, tenía las tres cosas importantes de un saltador", dice Pedroso, que ahora dirige en Guadalajara el mejor grupo de entrenamiento de saltos largos del mundo y que como entrenador acaba de ganar tres medallas mundiales con Ana Peleteiro, Fátima Diame y Tiago Pereira en Glasgow, un destino mucho más feliz del que le esperaba a Yago Lamela.

El próximo 8 de mayo se cumplirán 10 años de su temprana muerte por un infarto fulminante que conmocionó al atletismo. "Siento mucho lo que le pasó, siempre le mandaré saludos y le recordaré", dice Pedroso, casi sin encontrar las palabras, sobre el hombre que le puso en aprietos en un pasillo de longitud hace ya un cuarto de siglo.

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Ismael Pérez es periodista experto en atletismo y deporte olímpico. Se enganchó en los Juegos Olímpicos en Atenas 2004 y desde entonces es feliz siguiendo competiciones desde la tribuna de prensa, hablando con los deportistas, siguiéndolos en las redes sociales y contando historias, aunque también saliendo con la bicicleta o saltando en un concierto.

Estudió la Licenciatura de Periodismo en la Universidad de Valladolid y tiene un Máster en Periodismo y Comunicación Digital en la EAE Business School de Madrid. Ha vivido en Turín y Roma y ha cubierto actualidad de todo tipo en El Norte de Castilla, El Mundo de Castilla y León, Televisión Castilla y León, Rome Reports y trabajado la comunicación corporativa en Burson Cohn & Wolfe. También ha escrito sobre grandes campeonatos de atletismo en Somos Olímpicos, Vavel o Foroatletismo y ha intervenido en la IAAF Global Running Conference en Lanzhou (China).

Con una trayectoria de más de una década en el oficio, lleva desde 2019 vinculado a Runner's World, Men's Health y Women's Health en Hearst Magazines y escribiendo sobre actualidad del atletismo de competición, carreras populares, triatlón, trail running, olimpismo aunque a veces también le ha tirado al ciclismo, la escalada, la vela, la natación, el tenis, el piragüismo, el judo, el snowboard…o cualquier cosa que tenga hueco en los Juegos Olímpicos (que no Olimpiadas).