El atletismo mundial vislumbra uno de las revoluciones más significativas en su historia con un cambio de la normativa del salto de longitud, que desde que el mundo es mundo se ejecutó con una carrera, una batida sobre una tabla y una línea fija desde la que se mide y que no se puede rebasar. Y así se cree, quién lo sabe, que se saltaba longitud en los Juegos Olímpicos de la antigüedad, allá por el 708 antes de Cristo, y desde luego que así se hacía en los primeros de la era moderna, en Atenas 1896, cuando Ellery Clark, un estudiante estadounidense de Harvard de 22 años, ganó el oro con un salto de 6,35 metros y también la altura con 1,81 metros.

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La World Athletics que ahora preside Sebastian Coe quiere más espectáculo, menos saltos nulos, y para ello está dispuesto a sacrificar una de las esencias mismas de la prueba, la de correr a tope hasta un punto concreto, la de ajustar la batida a toda velocidad, una habilidad que requiere un trabajo técnico específico que resulta un quebradero de cabeza para los saltadores, que tratan de resolver el dilema en la alta competición: batir antes para asegurar un salto válido o arriesgar hasta acercarse a la línea pero sin pasarla para apostar por un brinco largo que les haga ganar o conseguir una determinada marca.

La idea en la que trabajan es la de una zona de batida, cuya amplitud se desconoce pero se presume generosa, desde la que los saltadores podrían batir en cualquier punto hasta la arena, y gracias a la nueva tecnología detectar el lugar de la batida para medir la longitud del salto desde ahí hasta el foso. Los nulos podrían seguir existiendo si se salta desde antes o después de esa franja del pasillo, pero se presume que esto sería bastante más improbable que en la actualidad, y que la única preocupación de los atletas sería en llegar más lejos, la esencia del 'Citius, altius, fortius', más rápido, más alto, más fuerte.

La idea, en realidad, no nueva. Sebastian Coe habló de ello en diciembre, en un encuentro con periodistas en el que estuvo presente Runner's World. Estaba preocupado porque detectó que en el Mundial de Budapest del año pasado, el 31% de los saltos resultaron nulos. "Si tienes una competición así, es una hora de cobertura con demasiada inactividad, con gente cambiándose y preparándose para hacer algo. Eso se puede mejorar", justificó, y avanzó que los expertos en innovación estaban trabajando en un cambio con una zona de despegue. "No hará feliz a todo el mundo", vaticinó.

Más riesgo y drama en la competición

Ahora, el proyecto coge un nuevo peso con las declaraciones de Jon Ridgeon, el número 2 de Coe, en el podcast 'Anything But Footy', que reincidió en esa idea de que el actual formato resulta un desperdicio de tiempo. "Eso hará que cada salto cuenta, añadirá riesgo y drama a la competición. Al mismo tiempo, estamos buscando formas de obtener resultados instantáneos para que no tengas que esperar 20 a 30 segundos antes de que aparezca el resultado. Se trata de hacer lo que ya tenemos aún más entretenido para el futuro".

La idea de World Athletics es empezar a probar el formato este mismo año en competiciones secundarias para implementarlo en la nueva competición mundial por países que preparan para 2026 con vistas quizá a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. "Nos tiraremos un año testándolo en la vida real con atletas muy buenos. Si no pasa la prueba, nunca lo introduciremos. No vamos a meterlo solo porque uno de nosotros piense que es una buena idea", advierte.

El cambio puede abrir la puerta con revoluciones en otras pruebas que se atienen a normas y técnicas que hay que controlar, como la reacción al disparo de salida superior a 100 milésimas para salir de tacos, basada en un estudio antiguo que muchos discuten, pues se cree que el ser humano es capaz de reaccionar antes de ese tiempo a un sonido. "Entonces, ¿nos desharemos de las salidas falsas de los velocistas", reaccionaba David Verburg, campeón olímpico y mundial con el relevo de 4x400m estadounidense, en X (antes Twitter).

"Esa medición más justa y más exacta sería favorable pero, por otra parte, perdería la esencia del trabajo técnico. Si cambia solo nos quedaría acatar la norma y acatar nuestros entrenamientos", valoró a vuelapluma el seleccionador español de atletismo Pepe Peiró.

¿Caerán así los viejos récords mundiales, los 8,95 metros de Mike Powell (1991) y los 7,52m de Galina Chistyakova (1988)?


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Ismael Pérez es periodista experto en atletismo y deporte olímpico. Se enganchó en los Juegos Olímpicos en Atenas 2004 y desde entonces es feliz siguiendo competiciones desde la tribuna de prensa, hablando con los deportistas, siguiéndolos en las redes sociales y contando historias, aunque también saliendo con la bicicleta o saltando en un concierto.

Estudió la Licenciatura de Periodismo en la Universidad de Valladolid y tiene un Máster en Periodismo y Comunicación Digital en la EAE Business School de Madrid. Ha vivido en Turín y Roma y ha cubierto actualidad de todo tipo en El Norte de Castilla, El Mundo de Castilla y León, Televisión Castilla y León, Rome Reports y trabajado la comunicación corporativa en Burson Cohn & Wolfe. También ha escrito sobre grandes campeonatos de atletismo en Somos Olímpicos, Vavel o Foroatletismo y ha intervenido en la IAAF Global Running Conference en Lanzhou (China).

Con una trayectoria de más de una década en el oficio, lleva desde 2019 vinculado a Runner's World, Men's Health y Women's Health en Hearst Magazines y escribiendo sobre actualidad del atletismo de competición, carreras populares, triatlón, trail running, olimpismo aunque a veces también le ha tirado al ciclismo, la escalada, la vela, la natación, el tenis, el piragüismo, el judo, el snowboard…o cualquier cosa que tenga hueco en los Juegos Olímpicos (que no Olimpiadas).