El Comité Olímpico Internacional quiere alejar cualquier tentación de aprovechar el altavoz mundial de los Juegos Olímpicos de Tokio de este verano para trasladar una protesta política o social. Este jueves su Comité Ejecutivo desarrolló la norma 50 de la Carta Olímpica que reza que "no está permitida cualquier demostración propagandística política, religiosa o racial en ninguna sede olímpica" para dejar claro en qué espacios los atletas y entrenadores deben callarse y limitarse a celebrar o lamentar sus resultados deportivos si no quieren enfrentarse a una sanción que podría llevar la expulsión de la competición o la inhabilitación durante un tiempo no especificado.
En concreto, no estará permitida cualquier manifestación verbal o simbólica en las sedes de cada deporte, la Villa Olímpica, durante las ceremonias de medallas y las de apertura y clausura. Sí podrán expresar su opinión en ruedas de prensa y entrevistas tanto en las zonas mixtas como en el Centro de Prensa, en medios de comunicación y redes sociales y en reuniones de equipo, aunque el COI aclara que "expresar puntos de vista es diferente de protestas y manifestaciones". Eso sería, por ejemplo, ademanes de naturaleza política como arrodillarse o un gesto claro con la mano, portar brazaletes o banderas reivindicativas o rechazar cumplir con el protocolo de las ceremonias de los podios.
Políticos limitados
El COI explica que "el foco de los Juegos Olímpicos debe permanecer en los logros de los deportistas, el deporte y la unidad y armonía internacional que el movimiento olímpico busca" y eso se extiende también a la limitación clara de la frase que el jefe de estado de turno pronuncia en la inauguración ("Declaro abiertos los Juegos de Tokio que celebran la 32ª Olimpiada de la era moderna", tendrá que decir el emperador Naruhito en este caso) y a la ausencia de cualquier político en una ceremonia de premiación.
La norma quiere evitar que se repitan casos como los del etíope Feyisa Lilesa, que celebró su medalla de plata en el maratón de Río 2016 cruzando los brazos en alto al entrar en meta para protestar contra la represión del gobierno de su país. O más célebre, el puño en alto contra el racismo de Tommie Smith y John Carlos en el podio de los 200m de México 68, en la que es una de las imágenes más icónicas de la historia de los JJOO. En cualquier caso, la política y los Juegos Olímpicos tienen una historia entrelazada: de la propaganda nazi de Berlín 1936 a los boicots de la Guerra Fría en Moscú 1980 y Los Ángeles 1984, pasando por los asesinatos de los atletas israelíes en Munich 72.
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Ismael Pérez es periodista experto en atletismo y deporte olímpico. Se enganchó en los Juegos Olímpicos en Atenas 2004 y desde entonces es feliz siguiendo competiciones desde la tribuna de prensa, hablando con los deportistas, siguiéndolos en las redes sociales y contando historias, aunque también saliendo con la bicicleta o saltando en un concierto.
Estudió la Licenciatura de Periodismo en la Universidad de Valladolid y tiene un Máster en Periodismo y Comunicación Digital en la EAE Business School de Madrid. Ha vivido en Turín y Roma y ha cubierto actualidad de todo tipo en El Norte de Castilla, El Mundo de Castilla y León, Televisión Castilla y León, Rome Reports y trabajado la comunicación corporativa en Burson Cohn & Wolfe. También ha escrito sobre grandes campeonatos de atletismo en Somos Olímpicos, Vavel o Foroatletismo y ha intervenido en la IAAF Global Running Conference en Lanzhou (China).
Con una trayectoria de más de una década en el oficio, lleva desde 2019 vinculado a Runner's World, Men's Health y Women's Health en Hearst Magazines y escribiendo sobre actualidad del atletismo de competición, carreras populares, triatlón, trail running, olimpismo aunque a veces también le ha tirado al ciclismo, la escalada, la vela, la natación, el tenis, el piragüismo, el judo, el snowboard…o cualquier cosa que tenga hueco en los Juegos Olímpicos (que no Olimpiadas).